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Hemos mencionado el libro de Hildebrando Castro Pozo,

"Nuestra Comunidad Indigena ", en el que no obstante su cararter

sociol6gico, dedica un capitulo a la "emotividad estetica comunal " .

Aqui tambien otro manojo folk-lorico : bailes, cantos, cuentos y le–

ye:ndas. Describe muchos bailes, que los divide en mimicos

y

ritmi–

cos ; para los primeros se usan disfraces ; y los segundos estan for–

mados por las cachuas, huaynos, marineras, etc.

En la poesia nos ofrece cantares, cumanas, decimas, yaravfos,

canciones o tristes, marineras, huaynos y cachaspares. Hace una

ligera exposici6n de cada uno de estos grupos e inserta varios ejem–

plos, muchos recogidos directamente. Hay en las composiciones an–

tedichas alguna variedad en el tono; mezcla, aleaciones hispano–

indianas. Sin embargo, en algunas se adviertt>.n intactos los caracte–

res de la lirica indigena.

Corazon: sin tener culpa

no me quites

Ia

existencia;

f,

como yo, que se la tuya,

no se privarte de aquella

1

Y en este otro, que: conserva el caracter agreste,

Ia

inspiraci6n

de la naturaleza, a la vez que una gran simplicidad, un primitivis–

mo ingenuo:

De no haber tenido padres

de la puna un pajarillo.

yo seria;

de la puna un pajarillo.

yo tendria :

la lluvia por padrecito,

la ne.vaila por madrecita.

Estos cantos son anonimos y '' ruedan de boca en boca entre

los viejos y muchachos'' de los pueblos de la sierra.

lgual cosa ocurre con los cuentos y leyendas: su anonimidad

fue y sigue siendo la caracteristica de la literatura indigena. En

conce.pto de Castro Pozo, los cuentos tienen por origen inmediato las

supersticiones y creencias religiosas, y las leyendas, los hechos mas

o menos historicos de la couquista, la Colonia o el Imperio. Pero

siempre hay una invasion de motivos. Aquellos no son meras for–

mas de supersticion ni estas exclusivamente historicas. De acuerdo

con tal distincion, Castro Pozo divide los cuentos en imaginativos

y legendarios.