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Y
como este ejemplo, todos los versos estan plenos de ternura,
de anhelo de alcanzar o rescatar al ser adorado. Remos de referir–
nos nuevamente a algunas de estas joyas liricas en otro lugar.
Ademas de los cantos liricos
y
de las fabulas, Vienrich nos ofre–
ce tambicn un genero muy ·curioso, de un fuerte sabor vernacular:
los juegos: el
chupanta-paqiiin,
el
huin-hitin,
la
paoa-paca.
El
hitin-hitin
es una fantasia onomatopeyica que ha servido de
pretexto para desarrollar un pensamiento amargo. .Huin-huin, un
g-rupo de muchachos re.pite este sonsonete, simulando el rumor de
una selva; uno de ellos, que finge ser un viejo, va a buscar madera
para rehacer su choza. La encuentra y empieza su tarea: va cortan–
do poco a poco (simulando), con dificultad, hasta que tiene la ne–
cesaria. Luego reposa, lleno de esperanza: ya tiene el material para
su choza. Pero un brujo agorero (uno de los muchachos) le va di–
ciendo: "El palo se ha roto, viejo ". El viejo simulado palpa la men–
tira; pero el agorero vuelve a repetir: "El palo se ha roto ". Ad–
Yertencia tragica. No obstante,
ll~wa
la madera y levanta su choza.
Satisfecho
y
alegre, va a estrenarla, preparando su comida. Para
esto empieza a moler su aji. Es la sefial convenida. Al ruido del
mortero, se derrumba la choza y todos caen sobre, el viejo y lo aplas–
tan. Maltrecho, sale de entre ellos, lamentandose y convencido de Ja
inutilidad de luchar contra la Naturaleza, que siempre ha estado
contra el. A la ciudad con la madera, a venderla como lefia para el
fuego. Asi acaba .el juego, no tan sencillo, si se quiere; se diria mas
bien grave, hondo, de una hondura tragica.; triste filcsofia que
muestra la lucha humana,
fa
vida con sus esperanzas, con sus ilu–
siones que alienta.n y se desvanecen, dejando un estertor de agonia
en el alma; pobre alma decepcionada que tiene que seguir ...... .,
rnguir; que tiene .que secar su llanto interior
y
conformarse; que,
si duda, tendra que creer, de nuevo, en otra ilusi6n, la que, sin du–
da, tambien, habra de desvanecerse otra vez; y asi, en la Via, con su
eterna quimera
y
con su eterno quebranto.
Estos
juegos,
como los ap6log·os, son el mayor encanto y la ma–
yor originalidad de las
A ziwenas quechitas.
·
Los d 'Harcourt, en su obra citacla, procediendo con verdadera
tecnica, ban clasificado los "generos de composiciones" y las "no–
tacion~s
musicales
y
poeticas'' en siete grupos:
Los cantos religiosos; las lamentaciones funerarias (llantos)
y los cantos derivados; los cantos de amor (harawi, yaravi, tris–
te); las canciones; las danzas cantadas o instrumentales; los cantos
de adi6s o cachaspari; y las pastorales.