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tiernas palabras de consuelo y le inflmdi6 sus rayos merced a lo
cual concibi6 un hijo que di6 a luz a los cuatro dias. Gran goce le
proporcion6 e te acontecimiento que la llenaba de esperanza. ·Pero
ocurri6 que el dios Pachacamac, envidioso de que se diera al Sol
adoraci6n que se le debia a 61 y colerico tambien de que hubiera na–
cido aquel hijo en desprecio suyo, cogi6 al semidios recien n acido
y, sin atender a los gritos desesperados y suplicas de la madre infe–
liz, lo mat6, ·despedazando en menudas partes el tierno cuerpecillo
del que era su hermano. Pero Pachacamac, a fin de que otra vez nadie
se quejara de la providencia de su padre el Sol y a fin de que no
se diera adoraci6n suprema a otro sino a el mismo, sembr6 los dien–
tes del difunto y de ellos naci6 el maiz; sembr6 las costillas y huesos,
y de ellos nacieron las yucas y ''las demas frutas de esta tierra que
son rafoes ". De la carne procedieron los pepinos, pacaes y las de–
mas frutas
y
arboles, y desde entonces no se conoci6 hambre ni se
llor6 necesidad.
P ero no se aplac6 la madre con estas abundancias, porque P,n
cada grano o en cada fruta tenia el perpetuo recuerdo del hijo ado–
rado y una perpetua in tigaci6n. Y sent ia vivo el amor del hijo
y
sentia sed de venganza
y
clamaba de nuevo al Sol, pidiendole el
ca tigo del crimen
y
el remedio de sus desdichas. Condolido el Sol,
baj6 de nuevo y del ombligo del hijo difunto form6 o cri6 otro hijo
y se lo entreg6 a la madre diciendole: "toma y envuelve en manti–
llas este ni:iio que llora, su nombre
es
Vichama". El ni:iio creci6 her–
moso
y
gallardo,
y
a imitaci6n .de su padre el Sol quiso andar el
mundo
y
ver lo creado en el. Consult6' a su madre
y
emprendi6 eu
viaje. No hubo bien ausentadose. cuando el dios Pachaca.mac mat6
a la que ya era vieja, dividi6 su cuerpo en peque:iios trozos ''
y
los
hizo comer a los cuervos indicos que llamaban gallinazos
y
a los
buitres peruanos que llamaban c6ndores ". Los huesos
y
los cabellos
lo guard6 escop.didos en la orilla del mar ; rlespues de lo cual "cri6
hombre y muj eres que poseyeran el mundo
y
nombr6 cu racas
y
ca–
ciques que los gobernaran ".
Al cabo de cierto tiempo volvi6 el emidios Vichama a su pa–
tria, la que estaba situada en Vegueta, valle hermoso
y
abundante
en arboles
y
£lores, a una legua mas
0
menos de la que fue luego la
poblaci6n de Huaura. Vichama venia de eoso de ver a su madre,
pero ya no la hallo; pregunt6 por ella y por un curaca supo el
cruel castigo y la muerte que habia tenido. Furioso el semidios,
arrojaban fuego sus ojos
y
ardfa su coraz6n de sentimiento; con–
voc6 a los habitantes del valle, pregunt6 por los huesos de su ma–
dre
y
sabiendo donde se hallaban, los fue componiendo como habian
ido, ha ta re tituirles la forma humana completa,
y
dando de nue–
vo vida a u madre, la resucit6 y trat6 de vengarla, r esolviendo
an.i-