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dellas, de lo que yo por mis propios ojos habfa visto, y tambien de
lo que habia oido a personas de mucho credito".
Veamos lo que Cieza nos cuenta en su
"Cr6nica del Peru":
'' .... Y cuando los senores morian, se juntaba.n lo priucipales del
valle y hacian grandes lloros, y muchas de las mujeres se cortaban
los cabellos hasta quedar sin uinguno,
y
con atambores y flautas
salian con sones tristes cantando por aquellas partes por donde el
senor solia festejarse ma a menudo, para provocar a llorar a lcs
oyentes. . . . . . . . Y guardarou, y atm ahora lo acostumbran gene–
ralmente, que antes que los metian en las sepulturas los Horan cua–
tro, o cinco, o seis dias, o diez eglin es la per ona del muerto, por–
que mientras mayor senor e , mas honra se le hace
y
mayor senti–
miento mue tran, llorandolo con grandes gemidos y
endechandol~
con musica dolorosa,
dic1·endo en sits cantares
todas las co as que su–
cedieron al muerto siendo vivo. Y si fue vn.liente, llevanle con estos
lloro '. cantando sus hazanas ". (La Cr6nica del Peru, pag. 416. Col.
Hi toriadores Primitivos de Indias. t. II).
En estos reglones, Cieza nos da a saber o nos confirma lo que
nos han dicho Betanzos y Cabello Balboa
y
lo que nos lo repetiran
otro~ cronist~s:
nos da a saber de los cantos flinebres, de esa poe
ia
elegiaca cultivada en el antiguo Peru, asi como de la epica que his–
toriaba las hazanas de lcs grandes Sefiores.
En la segunda parte de su cr6nica, Hamada
Sen01·io
de los Incas,
describiendo la fiesta de Hatun-Raimi, celebrada hacia fines de
agosto, dice: ''Y habiendo comido y muchas veces bebido, e tando
asi el Rey como el gran sacerdote, como todos los demas, bien ale–
gres . .... , siendo poco, mas de medio dia, se ponian en orden
y
co–
menzaban los hombres a cantar con voz alta los villancicos
y
roman–
ces que para semejantes dias por sus mayores fne inventado .... ".
"Y en la mitad de la plaza tenian puesto, a lo que dicen, uu
teatro
grande con sus gradas, muy adornack> con paiios de plumas
llena.<> de chaqufras de oro,
y
mautos grandes riquisimos de su tan
fina lana (recordemos que Cronau no dice que eran confundibles
con los de seda), sembrados de argenteria, de oro y pedreria" (pag.
120).
En otra parte nos da notici?- de un hecho que el presenci6 : "Yo
me acuerdo-dice--,estando en el Cuzco el aiio pasado de 1550, por
el mes de agosto, despues de haber cogido sus sementeras, entrar
los indios con sus mujeres por la ciudad con gran ruido trayendo los
arados en las manos
y
algunas pajas
y
maiz hacer fiesta
n
solem–
ne
cantar
y
decir cuanto en lo pasado solian festejar sus cosechas"
(pag. 122-12a) .
Son muy interesantes los informes cle Cieza: ellos atestiguan
la existencia de un
teatro,
que describe con cierta minuciosidad
y
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