MIS MONTARAS
foilaje, los espera sonriente
y
perfumada, vestida
para la regia audiencia con intangible manto de luz.
Observemos desde la piedra de) torrente vecino,
mientras la espuma salpica nuestras sienes,
y
el ru–
mor de las pequefias cascadas nos convida a la fan,–
tasia
y
al delirio, todo el aparato de aquella corte
imperial, abierta al aire pleno bajo un dose! de
estrellas
y
sabre tapiz de £lores tributarias.
Rapidos,
y
como apresurando el vuelo por la tar–
danza, empiezan a llegar los caballeros de la reina,
vestidos de fuerte armadura
y
coronados por dos
focos de verde
y
radiosa luz, que alumbra su ruta
por las tinieblas, a traves de los zarzales y de las
hendeduras graniticas. Son los generales de la
in–
mensa multitud de luciernagas de foco intf, ,mitente,
difundidas por los ambitos del imperio, a conquis–
tar en parajes distantes, con
el
beso de las £lores
de otras regiones, el nectar e:;condido entre
SUS
se–
flOS
virginales ; al llegar al pie del solio, adel:intanse
los jefes,
y
van a posarse sobre uno de los petalos
de la
flor del aire,
envolviendola en sus luces side–
rales, cual una corona de astros,
y
liban un
~tomo
-0e mie) de
SUS
labios, mas frescos
y
mas puros que
la gota de rocio;
y
asentandose sobre las hojas del
arbol que les sirve de alcazar, esperan la llegada
de sus infinitos ejercitos, caballeros
y
<lamas, que
vienen, los unos con ese grave
rum, ritm, rum
de la
flecha que va cortando
el
aire, montados los otros
s<>bre corceles alados-las rafagas veloces-y las Ul–
timas ·bulliciosas
y
entonando en coros apenas per–
ceptibles, cantos de alegria, reflejando a la incierta
claridad de las estrellas el brillo de sus joyas,
clo–
nes de la madre naturaleza, que las adorna con los
encantos de esos mundos microsc6picos despiertos