XX.I
LA FLOR DEL AIRE
Antes de abandonar el terruiio nativo, quiero ha–
blar de la "flor del aire", el adorno
y
el orgullo–
dc mis montaiias, como quien buscase embriagar
el
alma en el momento de la partida, con un perfume
favorito que mantuviese durante la ausencia vivos
los recuerdos. Yo no me alejaba sin termino cono–
cido, con inquietudes indefinidas
y
con tristezas va–
gas en el fondo de mi ser ; por eso absorbia con
ansia la naturaleza, sin darme cuenta
dd
anhelo in–
timo por condensar en esos ultimos COloqUfOS mu–
chos de aquellos aiios futuros, inciertos, incoloros,.
que en vano trataba de sondear.
Si alguien lee este libro, salvando riscos, mato–
rrales, cumbres y precipicios, oyendo solo rumores.
gigantescos, cantos extraiios, alaridos salvajes
y
es–
trepitos ensordecedores; si ha llegado a eoncebir,
a traves de sus informes paginas, la grandeza de la,
montafia, debe tambien saber que ella tiene escon–
dida en medio de los pefiascos y de las
marafia~
en sus laderas
y
en sus abismos--como fuente mis–
tffiosa de la poesia tierna
y
sentimental, de esa poe–
sia de las almas enamoradas de la belleza pura
e–
ideal-una flor diminuta
y
blanca, comparable so-