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JOAQUIN V.
GONZAL~
Jamente a Io mas suave e incorp6reo que es posible
imaginar, dotado de formas materiales.
Los que no han nacido en las montafias de mi
:tierra, o en la selva inculta que las viste como de
una coraza erizada de garfios,
y
llegan a contem–
-plarlas de cerca, imaginanlas desnudas de ornamen–
taci6n ricnte
y
co!orida, de tonos suaves
y
blandos,
<de efectos acariciadores
y
somnolientes, de £lores
aromaticas
Y.
de avecillas de canto refinado.
i
Oh!
_yo no quiero dejar viviente esa calumniosa opinion,
y en nombre de Ia belleza olvidad:i, de Ia virgen
'poesia desconocida,
y
del alma de la patria errante
-en Ia vasta region de las cumbres, he de contar sus
.maravillas, sus peregrinaciones, sus soledades; he de
decir lo que ella dice en las noches de luna, desde
el horde invisible del tempano de hielo, par el dul–
ce rumor de la rafaga Serena ; desde la Copa de)
arbol, atalaya del valle risuefio, por la canci6n
de
zorzales, jilgueros
y
calandrias, trovadores enamo–
rados
y
vagabundos, poseidos del divino mal de Ia
.armonia, imitadores adorables de los tonos secretos
del granito, desde el fondo de las quebradas, por
la
juguetona
y
embrollada palabreria de los torren–
.tes, mientras corretean
y
saltan, con algazara de
focuelas desnudas en bafios ocultos; y he de hablar
q
oh, si
!
de esas £lores
rnontafiesas~
nacidas y reno–
.vadas
en
generaci6n incesante sobre las grandes pe–
fias, en las ramas del bosque, sabre el Jecho de las
'\'ertientes silenciosas, en la estrecha abertura de las
grietas, en las planides elevadas, en las faldas de
1os macizos, como para bordar sobre sus rostros
$
Jstos filigrana graciosa, em:aje Iigero o sonrisas
mfantiles; he de hablar de todas ellas, porque son
1a
suntuosa
corte de
la reina. de
las
£lores ameri-