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MIS MONTAN-AS

199

<lridos huecos

y

estentoreos,

y

por el vigor de su

ferrea musculatura, lo bautizo con

el

nombre de la

fortaleza paraguaya, donde tan alto resplandeciera

el heroismo argentino. Mantenfase siempre a su la–

do cuando dormia en las soledades desiertas del

monte, con la cabeza erguida sobre el robusto pe–

cho, extendidas las manos en actitud de emprender

un subito ataque

y

con los ojos abie rtos, brillando

como carbones incandescentes a la sola clarida.d de

las estrellas,

y

aun en

el

seno insondable de las

neblinas.

Alegre

y

bulliciosa emprendiose la marcha por

un amplio

pastoso valle con ondulaciones de ola

mansa al principio, y luego con asperezas y sinuo–

sidades, angulos y desfiladeros propios de esa re–

gion salvaje

y

primitiva, donde solo transitan los

agiles huanacos

y

las cabras montesas. Marchaba a

ta cabeza la jauria capitaneada. por Humaita, con

su lugarteniente el festivo Curupayti, al costado; el

primero grave

y

silencioso, con aire de portaestan–

darte real, el segundo movedizo

y

desordenado, sa-

1iendose a cada instante del grupo para disolver al–

.guna reunion de

caranchos

o de cuervos, o perse–

_guir una

llanta

solitaria, o un

yacopollo,

que bebla

:a pequefios sorbos

el

agua de a.lgun agujero hora–

dado por las lluvias sobre las piedras de los torren–

'les. Humaita lo mira de reojo, entornando las pu–

!pilas enrojecidas con gesto de reprension mas bien

paternal que de dominio,

y

solo se permite una va–

riante a la monotona regularidad de su trote, cuan–

do los espesos matorrales de

gcrrabato,

entre los

,olor0sos bosques de

chilcas,

o las verdes selvas que

·en las margenes de los arroyos forma

el

pa/an.chi,

-de

grandes y aterciopeladas hojas, asoma la cabeza