MIS MONTARAS
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Los galgos de cuerpo flexible
y
elastico, descuel–
ganse a la vez desde sus escondrijos,
y
cual si obe–
<leciesen a una orden militar, cada U!lO elige la pre–
sa que ha de perseguir
y
aprehender; el viejo, el
herculeo Humaita, como esos reyes de las tiempos
heroicos que combatian a la cabeza de sus soldados,
busca entre el tumulto al padre, al jefe ·de la tropa
enemiga, un enorme huanaco de alto y musculoso
cuello, de corpu1encia colosal y de carrera tan ve–
loz, que apenas puede distinguirse su contacto con
la tierra; el noble perro le sigue <le cerca sin pa–
rarse en brefias, ni en rocas, ni en hendeduras, so–
bre las cuales salta coma si tuviese alas invisibles,
y
de tiempo en tiempo interrumpe el terrible silen–
do de aquella persecuci6n a muerte con ladridos de
furia
y
de amenaza, que redoblan el espanto
y
la
desesperaci6n de la gigantesca presa,
y
difunden por
el
aire presentimientos ·ft'mebres.
Pero el valle no tiene salida salvadora,
y
asi que
el
huanaco perseguido embiste a la boca de Ia que–
brada espinosa y profunda para escapar por sus
sendas impracticables, asoman los cazadores, apos–
tados para cerrarle el paso, amenazandolo, at,errori–
zandolo, aturdiendolo con boleadoras lanzadas a
lo~
-:pies, con golpes secos sabre el guardamonte,
y
gri–
te:ria infernal repetida
y
multiplicada por la reper–
cusi6n; el huanaco, que aun no ha v.encido el ho–
rror de la primera sorpresa, al estrellarse en nuevos
y
mayores peligros no· ya relincha, sino ruge con
estridentes · voces,
y
para huir a otros rumbas, para
salir ileso de la emboscada
y
del ataque del perra,
pronto a saltar sabre su grupa, tiene que atacar. a
'SU VCZ
COn tanta fuerza, que mas de un jinete rueda
<lerribado por su empuje, logrando inutilizarlo
~ien-