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JOAQUIN
V.
GONZALltZ
que los astros, las cumbres, los relimpagos y los in–
cendios, pero siempre la luz
y
las alturas. Por eso
los pueblos que se salvan, marchan con la mirada
fija en las cimas y
el
pensamiento en el ideal, y en
todos los tiempos hicieron de las grandes aves em–
blema de ese instinto, de ese anhelo insaciable de lo
alto, de lo desconocido, de lo sobrenatural.
i
Oh, si
qii patria no olvidase que hacia el occidente se le–
vantan las cumbres mas elevadas de America, y que
mas arriba de ellas tiene
SU
region soberana e} con–
dor de los Andes; que por ellas cruzaron las legio–
nes heroicas de otro tiempo, llevando una gran luz
como signo de redenci6n y un pensamiento como.
arma invencible, con cuanta claridad apareceria so–
bre
el
fondo azul del firmamento la
vi~i6n
del por–
venir, que en vano bus•:a hoy en horizontes nebu–
losos e indecisos
!
i
Alli, sin apartarse nunca de sus..
montaiias amadas, el condor espera sin Ce!'ar, in–
quieto, silenciciso, ora perdiendose en alturas infi–
nitas, para divisar mas lejos, ora emprendiendo
viajes a regiones remotas, la hora de entonar· su
orimero y ultimo canto, el canto de gloria, levan–
L..ndo entre sn corvo pico hasta los astros un jir6n·
de esa bandera que tiene
el
azul de su cielo y la
nieve de .sus cumbres, para ungirla con
la
luz de–
sol a la vista de dos mares
!
Desierta esta la guarida de lqs c6ndores; el es–
plendor del dia iof' seduce; la ignota ley de su des–
tino loo impele a rrar por los aires,
y
a ellos se–
lanzan todos, dispersos, sin mas consigna que es–
cuddfiar lo rec6ndito y emplear
la
potente
garra
para alimentar, fortalecer
y
prolongar la vida.
La
madre asiste a los hijos j6venes en los trances pe–
ligrosos, vuela lo que ellos pueden volar,
y
cuando.