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1·0,
haoía ,;acudo fuerzns para OYadir ·e.
hora e ·taba moribunda en su 'ama Lro; y
111
~1-
qui era abría lo: ojos.
Doñ a Oo11cha ,
¿
qué
¡,
pa, a
?...
A-
la voz del pintor, la vieja o in cor poró con uu
¡.;
bresa lto de afecto.
Y
con un penoso opresuramienLo <lacia:
Mi pollera ....mi poll era ....
¡
para "é l! ... .. mi tienda.. .. la
bol ' ita ... tuyo , tuyo.. ..
¡
Luisito!
Y
entró en plena agonía ucediéndo, e
u11a
es•:ena
e µelmmante para las s
nc~ill as
rrentes que le rodeaban.
La vieja a partaba . cou
irreve r~11 cia
e l crul'ifijo
llUe
las beatas Je presenLabnn. Se tapaba los oídos a In.
palabra
de
vo
>i 'u
C'.Oll
q tle pr t ndían ayudarle n
bien morir;
arraba, como un animal de pr a, a
u arquero a sa;w
e meudjga. Despt1é imitaba uu ll o-
riqu eo de 11i-
i
r110.
-¡Mi po -e-ra! . . imi po11era! . . ¡Mama Huaca! . .
¡Quítate Chusalongo!. ....¿Ven el farol de la viuda?.....
Y
recogía la saya h arapo a,
y
la estrechaba contra
el pecho.
- ¡Mi pollera! . . ¡Mi po . . ll e . . ri . . ta! .
Y
quedó muerta con un ge ter de amenaza.
· Las beatas salieron en fuga, constatando que ha–
bían albergado en su casa un alma condenada.
Y
de–
sistieron, para sus adentro , de h acerla sepultar eri
st.ia–
namente en el cementerio de San Roque, el campo ' anto
de los pordioseros.
iAllá que ·se las haya la policía con el cadáver de la
endemoniada!
Luis, intrigado por aquello de la pollera, se la llevó a
su cuarto . La pollera tenía cierto peso.
Y
explorando el pintor, descubrió que, entre re-