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tenuaciones delicadas del arte, el semblante de la vieja i–
rradió cou una satisfacción, como de coquetería, y sonreía
con cierto modo dulzón.
Pero falta, decía, falta...
Y cpn sus huesosos dedos volteados hacia abajp, h a–
cía. a9emán
de
embutir algo. ·
El artista no Je comprendió. Y despachó· a la vie–
ja, obsequiándola con una
ac~arel¡:i._pu~tillista,
que repre–
sentaba un gracios.o ,faldero, que
fa
vieja había estado
miraµdo . con ojos de c9dicia, y más qe una vez había
dicho con ansia.
-¡P_ar:a mi!,. ..¡para mi!....
Se confirmaba una manía más de la v.ie1a.: su obse–
sión por lo¡¡ pelrros, B,ue se nabía sumado , a los motivos
para: ,su sobrenombre de,
~Mam,a:
Huac,a".
r
*
*
*
Una tarde las beatas proP.ietari¡:i.s de la casa en
que viví¡t , Luis Rumipulla, y se alojabl:\ la vieja, vinie–
ron a SU CUaft8
COl,1
all:\n:na:
¡Se. Illuw·e ,
'·~11-m;i
Huaca!''···
i
Qué?
Se
'm~ere
la doncella Concha.
Y.
jµntrn~
se
trasla~¡:i.rpn
al antjguo
galliq~¡o,
que, ,era
la habitación de Ja vieja.
En
1
realidl:\d .'~1.{(f!.~!l
Huaca" se
~qr;í(l.
Había caído desfa\leci\la eq , Ja
can~,
y
la
qa,pían
tra~la¡.dado
1
al
~qspit~l.
Pero
1
la vieji:i.,
pres~ q~ .
cier.topáni-