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Ahxa Luis Rumipulla tenía

din~rb .

Suficiente di–

nero. Y su primer movimiento fue correr donde aquel

mal hombre que le había

inculpado de la substracción

del

expeniente, para cancelarle

triunfalmente la suma

so licitada por su

inicuo

chantage.

Así aparecía el

expedrnnte, como el tinterillo se

lo había prometido;

y,

s©bre todo, no

sacrificaría, ca–

sándose con su lúja la lagañosa rubieja "Juana ae oro".

Pero con el dinero el aPtista cobró valor. Veda un

abogado; y, en

último

caso, marcharía

a.

la

soñada

gscuela de ...Bellas Artes ·de la

capital , con

'r ecursos

propios. Sin contar con que ahora había con que· ir direc–

tamente

a Italia .

Y

cuando a

pesar de su carácter

apacible, más

bien

determinó ir en

busca del tinterillo sin concien·–

cia, para

romperle la

crisma, éste se le prestintó, por

!':Í

mismo, muy atento

y

meloso,

µara anunciarle que ha–

bía restitu·ído a su

lugar el expediente.

Díjole que

había sido una equivocación ;

y

eD todo

caso,

una broma. Una inocentada. Que Luis era un

gran mudhacho, y

un

•pintor superior a Pobedano

y

a los Salas,

y

que "·el eran pintoT Dante" no eta ni

para descalzarle el zapato. Que el había deseado,

y

quería aún, que se casase con su

~ja,

porque, viéndolo

huérfano

y

de tanto mérito, lo quería como un padre. A–

ñadió

~ue,

por su buen

corazón, Dios había premiado a