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-·Doria Concha, ¿así es
la Mama Huaca? decía
Luis a
la vieja pordiosera,
con
comunicativo entu–
siasmo de artista.
Así, así, respondía
la vieja. Y añadía,
llevando
los descarnados dedos a los párpados ca.rcomido de hi–
go paso:
-Yo . .
.
vo
la he visto con estos ojos que
se
harán tierra.
·
Y
la vieja, que no
se daba cuenta de las otras
produccio~es
del artista, que, no obstante eran in:;ipiración
suya, se emoobaba ante
'el realismo del cuadro
"Mama
Huaca" que era un fiel
trasünto de sus
enfermas
imaginerí~s
y
de la
uperstición popular. Y en su alma
ruda de visionaria
y
cuentera, una desconocida simpa–
tía se iba enhebrando para el
artista, que tenía, como
élla, otra lengua ca orida
y
í ácil: ellienzo.
Y;
se dejaba e tar largos ratos, sentada a la puer–
ta del pequeño taller del pintor, que la obsequiaba con res•
tos de golosinas.
.
Rux:~1~pulla
le preparaba .una
sorpres~ .
Y un día Je
enseñó derrepente un pequeño
trabaj <) a . gruesa brocha:
el retrato_de la vieja. En la robusta mañana, enmarca–
da por las frondosas higueras del huerto de la casa, se
venía la pordiosera con su ·saya remendaqa de mil colo–
res,
~u
bastón de ]Jalo de retama, su deshecho de som–
brero
enc~squ~tado, ,
su raidíi;lima
lli~lla
(chal de hílyeta)
y
sqs pies envueltos en trapos. Por-la abertura de la ca.,–
misa en hilachas se adivi11aba el mísero seno fl ácido,
y
en el hundido
pe~ho
tostado ponían su collar las pard'as
cue~ta~
del rosario-
lágrimas .de San Pedro
y
el escapu–
lario qe
l ~.
Virgen del Ca:r
men.Al
contempla¡~s~.
como
en.unespej ~t
pero
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