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arqueoló icas
y
lo varios e tudio r alfaados en l . últi–
mo ti mp , dentro d di ho t rritorio, han
v
nido a
trar ue allí xi tieron otras vi ja cu1tura tanto o
má valiosa que la 1i ma incaica. Tales son, por ejem–
plo, la de
s a Chimu, Chavin,
R
cu
y,
lea Chan–
ca , et . , sin contar la famosa de 'riahuanaco.
Luego, afirma Levillier que 'los hallazgos arqueológi–
cos', de cuarenta años a esta parte, 'van confirmando'
que la
cultura
de los di a.guitas, si bien era
a
1
utócto
ia,
es–
taba 'aparentemente
infiitenciacla
por Tiahuanaco
y
Re–
cuay siglos ante de serlo por los incas'
(op.,
pág . 5).
(24) Hoy, mejor informados, nos hallamos en . ituación
de contrcdecir a Boman en este punto. Y podemos afir–
mar que se debe, no a los Incas, sino a los mi ioneros
casi toda la difmüón d 1 quichua en el Tucumán. Porque
tal resulta de la documentación referida por Levilliel' al
tratar de este asunto
(op.,
págs.
41-49);
y
tal de la céle–
bre carta del Padre Barzana al Provincial de su Orden y
de otros instrumentos convincentes.
Pero, todo esto - y algo más - será estudiado,
in
extenso,
en un trabajo aparte que titularemos
El
qilichiia
en
la Ar9<nil'i·na
-
y al cual desde
ya
remitimos al lector .
Otros a.spectos del mismo tema, los hemos tratado en
nuestro libro sobre
Vooes
tiwumcinas
derivallas clel giti–
chua (op .
II) .
(25) El pasaje en que lo expresa es el siguiente : «A
esta sazón viene la nueba como los Chillis hazia[n] gente
de guerra para contra el ynga, y enton9es de pacha a un
capitan con veinte mil hombres y otros veinte a los
Guarmeoaucas
(sic)}
los cuales dos capitanes llegan has ta