- 185 -
var la anotación, con nombre y señas, de cada indio
sacado fnera de la Gobernación.
10.
.
El Gobernador
y
el Obispo .
-
Vivían
de punta.}
como vulgarmente se dice. El Obispo Vitoria, que
según Techo fué dependiente de comercio en Lima
y
entró en el sacerdocio porque alguien lo soñó con
mitra, era al parecer un-"'espíritu
económico} práctico}
más que religioso . No es extraño, pues, que siendo
Obispo de Santiago, dedicase parte de su tiempo al
comercio. De esto, principalmente, lo acusaba Ve–
lasco ante el Rey, diciendo que todos sus _negocios
no eran más que 'tratos y contratos '. Lo tachaba
igualmente de ser, en este sentido, un hombre de
pocos escrúpulos, capaz de hacer 'mil con ciento'.
Contaba asimismo, que a él lo había excomulgado
dos veces sin motivo,
y
que los vecinos estaban 'es–
candalizados ' con las ' continuas escomuniones' que
ponía (Ramírez de Velasco,
op.
VI) (84).
Por su parte el Obispo, defendiéndose ante el Rey,
hablaba del 'poco talento', de la 'poca capacidad'
del Gobernador, agregando que ' no debía' 'tener
entero juicio'... (Vitoria, Obispo,
op.).
11.
O idado de la plaza.
-
Como no había 'orden
de mita en las pla.zas' como en el Perú, Velasco dis–
puso que cada vecino enviase, el lunes de cada se–
mana, un indio a la plaza, para su cuidado. En San–
tiago se reunirían, así, como unos cuarenta o
más,
con lo que tenía un_a buena cuadrilla. El gobernador