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les por
camp~s,
montes y montañas. El Padre n
0
·ulo
estaba en la ciudad, donde decía misa. en una pe–
queña iglesia, inaugurada el día de Todos los San–
tos, del 86, con una solemne función en que hubo
jubileo plenísimo, cosa poco menos que inusitada
entonces por aquellos lugares.
3.
Oficinas
y
servicios públicos.
-
Sobre la plaza
también estaban las oficinas públicas : la casa del
Ayuntamiento donde se reunía el Cabildo pa,ra de–
liberar, la residencia del gob_ernador
y_
su despa–
cho, etc. Muy próximo, sin duda, se alzaba ignal–
~ente
el hospital, que era 'muY. bueno', al decir de
Ramírez de Velasco. En años' anteriores llegó a
tener este hospital hasta mil vacas de su propie–
dad, para su mantenencia, pero hacia el 86 sólo
quedaban 250.
No había carnicerías ni panaderías, ni mesones o
posadas, cuando vino Velasco. Los pasajeros tenían,
pues, que 'apearse en la plaza '·y solicitar hospedaje
a la Justicia, qne acostumbraba darlo. Pero el ci–
tado Gobernador dispuso se hiciera un mesón en
cada una de las ciudades tucumanas.
Tampoco había tiendas ni otras casas de venta...
4.
Los alrededores.
-
Los alrededores no dejaban
de ser pintorescos. Una acequia, desprendida del río,
pasaba murmurando junto a la ciudad,
y
se alejaba ·
t~na
legua más allá... Y a uno y otro lado de ella, lo
IJ?.ismo qué a la margen del río, verdeaban semente-