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- 188 -

unas

150

fanegas de maíz que repaTt.i ntr ,

t

indios para que sembrasen

y

tuviesen

d qu' nli–

mentarse.

16.

La oanipaña santiagi eña.

-

'En

lo caminos

traveseros a cinco leguas' de la ciud'td h bía 'ja.gtie–

yes'

(hoy

jag 'ieles)

'hechos a mano'.

E1

ap, pues,

unas

represas

en que se recogía el agua de las lluvias

para las hacien das, viaJ eros

y

troperos.

Como la tierra era

muy

seca, lejos del

río

y

allá de donde alcanzaba la acequia, no habría se–

menteras y sí, solamente los campos, matorrales

~

montes de que

{'"ª

hemos hablado en el primer ca–

pítulo.

Desparramados.por esta campaña estaban los ' re–

partimientos', las 'encomiendas' de los vednos de

Santiago, esto es las poblaciones de indios reduci–

dos. El pueblo

indíge.na

más próximo a la ciudad

e·ra el de ·Xocalegúala o Yocoliguala y los más dis–

tantes los de Oolosaca y Oalabalax. Casi la totalidad

de estos indios eran

tonoootés)

cuya lengua hablaban,

salvo los cercanos a Córdoba que hablaban

la

scina–

vironc(¡,

Debido a causas que ya hemos apuntado, estos

natural~s

que en 1582 alcanzaban a unos doce mil,

hacia 1586 estarían bastante. menguados, pue.s en

, 1607

apenas llegaban a seis mil. Toda esta pobre

gente viviría, sin duda, hacinada en r anchos mise–

rables. La mayor parte andaban vestidos como los

espa:Q.oles,

(de lana y algodón'· Criaban en sus

e~-