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unas
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fanegas de maíz que repaTt.i ntr ,
t
indios para que sembrasen
y
tuviesen
d qu' nli–
mentarse.
16.
La oanipaña santiagi eña.
-
'En
lo caminos
traveseros a cinco leguas' de la ciud'td h bía 'ja.gtie–
yes'
(hoy
jag 'ieles)
'hechos a mano'.
E1
ap, pues,
unas
represas
en que se recogía el agua de las lluvias
para las hacien das, viaJ eros
y
troperos.
Como la tierra era
muy
seca, lejos del
río
y
má
allá de donde alcanzaba la acequia, no habría se–
menteras y sí, solamente los campos, matorrales
~
montes de que
{'"ª
hemos hablado en el primer ca–
pítulo.
Desparramados.por esta campaña estaban los ' re–
partimientos', las 'encomiendas' de los vednos de
Santiago, esto es las poblaciones de indios reduci–
dos. El pueblo
indíge.namás próximo a la ciudad
e·ra el de ·Xocalegúala o Yocoliguala y los más dis–
tantes los de Oolosaca y Oalabalax. Casi la totalidad
de estos indios eran
tonoootés)
cuya lengua hablaban,
salvo los cercanos a Córdoba que hablaban
la
scina–
vironc(¡,
Debido a causas que ya hemos apuntado, estos
natural~s
que en 1582 alcanzaban a unos doce mil,
hacia 1586 estarían bastante. menguados, pue.s en
, 1607
apenas llegaban a seis mil. Toda esta pobre
gente viviría, sin duda, hacinada en r anchos mise–
rables. La mayor parte andaban vestidos como los
espa:Q.oles,(de lana y algodón'· Criaban en sus
e~-