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ras . Había pequeñas extensiones sembradas de

tri–

go, de maíz, de cebada, de lino, de algodón;

y

otras

más pequeñas aún, con garbanzos, habas, rtJos, cebo–

llas y otras legumbres y hortalizas 'en gran abun–

dancia'.

Donde terminaban los sembrados empezaba el

matorral grisiento que más allá se continuaba en la

obscura línea de los montes .. .

5.

La vida en la ciudad.

-

La vida de los vecinos

afincados, que apenas pasarían de cincuenta, era, en

la ciudad, monótona

Y.

tranquila ... Los casados re–

partían su tiempo en las recreaciones familiares y la

visita, en el campo, de sus encomiendas. Los otros

se ocuparían en hacer cultivar la tierra, atender sus

ganados, o en ir de una ciudad a otra, por asuntos

de comercio, o motivos de industrias."°

6.

Oonquistctdores viejos.

-

Vivían todavía en San–

tiago a.Igunos conquistadores de la primera hora,

compañeros de Aguirre y ele Núñez de Prado, pero

ya

muy ancianos. Los que se casaron y tenían fami–

lia harían la vida de hogar con sus hijos

y

nietos,

como buenos abuelos. Los máR desvalidos, sin pa–

rientes, ·est rían

reco~idos

en el hospital.

7.

Doncellas pobres.

-

En toda la Gobernación

había como unas sesenta doncellas pobres, hijas de

conquistadores, casi adandonadas. Velasco hizo ca–

sar en Santiago unas diez de ellas, dándoles como