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sas gallinas, patos y algunos avestruces mansos;

cabras, oyejas, puercos;

y

cultivaban - lo mismo

qne sus am_os - varios árboles fru tales . Sin embar–

go, la miseria reinante en esa época obligó a muchos

de ellos a hacerse

salteadores .

Dejaban sus pueblos

y ganaban los montes, de donde algunos salían en

bandas o

paootas

de veinte, a asaltar en los caminos.

Armados de fuertes arcos y de muchas flechas, a

veces mataban a un viajero sólo por robarle 'una

manta o camiseta' ...

Para atajar este peligro, Velasco creó, para todo

Tucnmán, los llamados 'alcaldes de permandad ',

como ya los había en el Perú. Dispuso, para esto,

que todo alcalde ordinario que terminaba su período

pasase a serlo de hermandad. Estos alcaldes, según

el Gobernador, consiguieron apresar unos diez o

doce malhechores, en los que se hizo

justic·ia)

con lo

que cesaron 'las muertes e robos en el campo'.

17.

El clinia

de Santiago.

-

El clima de Santia–

go era más o menos, como ahora. «Es tierra cahuo–

sa - decía Sotelo Narváez - aunque los meses de

mayo, junr<J"y julio hace frío, báñanla todos los vien–

tos, y los que más reinan son norte, sur; tiene mu–

chas Mon añas a partes y tierra rasa de Sabanas ;

es tierra sana

y

más· en tiempos de calor que cuan–

do hace frío»

(op.)

pág. 85).