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acepción (B rtonio
·bidem))
« niño o niña que aún no tiene
di
re
i
' n .
~·cohit,
« la canilla de 1a pierna ha ta el pi y d 1 codo h
~ta
la
mano » (Bertonio, II, p.
,'3
4) ·
f.
«
icohittha)
apretar bien 1o hilo le 1c
trama cuando tejen Ja. india ·
icohufi,ci)
el in
tr~1mento
con que esto
hazen, que e un hue o
~e
la pierna del carnero»,
ibídem.
o sabemo
rle
qué e trella e trata·
~ ~
erán nuestras pl
.yada~ ~
Ber–
t onio lo afirma, pues, eso de « que llaman cabrillas», ha de decir que
dicha designación es corriente entre los españoles.
El término primero,
miwchii)
bien puede referirse al grupo tan pop11-
1ar; no así el segundo.
Los cometas
Tratados ya, en las páginas
159
y
179,
ciertos términos indígenas re–
feridos a cometas « que se esparcen por el aire» y «que no se esparcen»,
debe agregarse que los antiguos lexicólogos, etc., no habrán distinguido
entre cometas, en el sentido moderno del término, y meteoros; sus in–
formes quedan, pues, muchas veces más que dudosos.
Acerca de los cometas (en sentido moderno), recordamos la aparición
de dos, «en forma de león o sierpe», que tanto asustaron a Huayna Ca–
pac (ver arriba p.
195)
1
,
y quiso la casualidad que la muerte de su hijo,
el malogrado Atahuallpa, coincidiera también con la presencia de un
cometa, episodio mencionado por mnchos cronistas, de los cuales Garci–
laso lo narra como sigue (II, lib. I, cap . 34):
«Atahuallpa, preso de los españoles, estaba con
gra~
temor de su muer–
te. Aumentaba su sospecha «el no responder los oráculos a sus pregun–
tas y demandas . También se añadió a esto que supo de sus indios que de
noche corrían muchas estrellas grandes y chicas; en las cuales y en otras
cosas menores aquella gentilidad en tiempos menos calamitosos que los
presentes miraba muy mucho para decir las supersticiones y portentos
que a cada uno se le antojaba ag·orear ».
«A lo último para su total de:sesperación le dijeron que entre otras
señales que
e~
cielo mostraba, era una gran cometa verdinegra poco me–
nos gruesa que el cuerpo de nn hombre y más larga que una pica, que
de noche parecía:, como la que viertm poco antes de la muerte <le su pa–
dre Huayna Oapac. Atahnallpa se escandalizó mucho de oírlo; y habién–
dose certificado de los españoles (que también hablaban sobre ella) les
pidió licencia para verla; y como la hubiese visto
y
notado, se puso muy
1
Siento que no he podido con nltar el artículo de F.
VILLARREAL,
1
Los cometa en
tiernpo ele Huaina Capac)
en
Boletín de la SoC'iedad geog1·áfica de Linia,
IV,
p.
268 y
sig.,
Lima 1894. Seg-p.n Garcilaso (I, lib. IX, cap. 15), en aquella época «aparecieron en
.:)
el aire cometas ternero as,
y
entre ellas, uua mu y grande de color verde, muy
e pa.ntosa
».