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- 24:

acepción (B rtonio

·bidem))

« niño o niña que aún no tiene

di

re

i

' n .

~·cohit,

« la canilla de 1a pierna ha ta el pi y d 1 codo h

~ta

la

mano » (Bertonio, II, p.

,'3

4) ·

f.

«

icohittha)

apretar bien 1o hilo le 1c

trama cuando tejen Ja. india ·

icohufi,ci)

el in

tr~1mento

con que esto

hazen, que e un hue o

~e

la pierna del carnero»,

ibídem.

o sabemo

rle

qué e trella e trata·

~ ~

erán nuestras pl

.yada~ ~

Ber–

t onio lo afirma, pues, eso de « que llaman cabrillas», ha de decir que

dicha designación es corriente entre los españoles.

El término primero,

miwchii)

bien puede referirse al grupo tan pop11-

1ar; no así el segundo.

Los cometas

Tratados ya, en las páginas

159

y

179,

ciertos términos indígenas re–

feridos a cometas « que se esparcen por el aire» y «que no se esparcen»,

debe agregarse que los antiguos lexicólogos, etc., no habrán distinguido

entre cometas, en el sentido moderno del término, y meteoros; sus in–

formes quedan, pues, muchas veces más que dudosos.

Acerca de los cometas (en sentido moderno), recordamos la aparición

de dos, «en forma de león o sierpe», que tanto asustaron a Huayna Ca–

pac (ver arriba p.

195)

1

,

y quiso la casualidad que la muerte de su hijo,

el malogrado Atahuallpa, coincidiera también con la presencia de un

cometa, episodio mencionado por mnchos cronistas, de los cuales Garci–

laso lo narra como sigue (II, lib. I, cap . 34):

«Atahuallpa, preso de los españoles, estaba con

gra~

temor de su muer–

te. Aumentaba su sospecha «el no responder los oráculos a sus pregun–

tas y demandas . También se añadió a esto que supo de sus indios que de

noche corrían muchas estrellas grandes y chicas; en las cuales y en otras

cosas menores aquella gentilidad en tiempos menos calamitosos que los

presentes miraba muy mucho para decir las supersticiones y portentos

que a cada uno se le antojaba ag·orear ».

«A lo último para su total de:sesperación le dijeron que entre otras

señales que

e~

cielo mostraba, era una gran cometa verdinegra poco me–

nos gruesa que el cuerpo de nn hombre y más larga que una pica, que

de noche parecía:, como la que viertm poco antes de la muerte <le su pa–

dre Huayna Oapac. Atahnallpa se escandalizó mucho de oírlo; y habién–

dose certificado de los españoles (que también hablaban sobre ella) les

pidió licencia para verla; y como la hubiese visto

y

notado, se puso muy

1

Siento que no he podido con nltar el artículo de F.

VILLARREAL,

1

Los cometa en

tiernpo ele Huaina Capac)

en

Boletín de la SoC'iedad geog1·áfica de Linia,

IV,

p.

268 y

sig.,

Lima 1894. Seg-p.n Garcilaso (I, lib. IX, cap. 15), en aquella época «aparecieron en

.:)

el aire cometas ternero as,

y

entre ellas, uua mu y grande de color verde, muy

e pa.ntosa

».