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- 2±1 -

curio ·o n e no1 re

r

ue pma qu 1

i:;

crirninale de tal cate ·oría,

«e ta an bajo la infln ncia de la e trell a re I tiYa » · T cbudi, n Ja

t1bconciencia atribuye en ton ·e oncep os euiopeo .. a lo antiguos p -

ru· no . Para no otro , ninguna de la dos ex1

lica cion~s

e acertada ;

s trata olamente

<l

1

re "to de un mito, tal vez cosmogónico, se<Yún el

cual un héroe o una heroína mata

y

come a ...: u adres para trasladarse

en forma astral, al cielo; la gente terre tre le dió entonces el nombr

de « ma.tricida

».

E crito lo que antecede en

1918,

t uve

Ja

suerte de conocer, en no–

viembre de 1923, en la mi ma ciudad de La Plata, al distinguido qui–

chuista y hombre de letras doctor Luis Ocboa, de Cuzco, que accedien–

do gentilmente a mis con ulta hecha::; a ba e lel manuscrito, confirmó

plenamente mi suposición reci /n expue ta, hasta referir

y

dictarme el

re pe.ctivo mito que había oído en Urubamba. Hélo aquí:

«Salieron del tampu tres lleimano con u madre. Atravesaron unos

desiertos

y

les faltó alimento, ·

y

se propusieron buscar en diversos

lugares alimentos, y se esparcieron en diver as direcciones, dejando a

la madre en el mismo lugar.

U

no de los hermanos, que le entró la pe–

reza, se fué a una pequeña distancia,

y

de allí regresó

y

encontró a' su

madre que estaba pereciendo de hambre, y como él también estaba de

hambre, la mató

y

empezó a comerla. Entonces, desde esa vez anda mal–

decido, y comparan con él una estrella fugitiva que hay en el cielo.»

Resta, pues, sola.mente aclarar el carácter de la respectiva estrella.

Según las explicaciones que me dió el doctor Ocboa, se trata de me–

teoros cuando atraviesan, con gran rapidez y en direcéión

más

o menos

horizontal)

el espacio del universo; un meteoro de esta clase

1

es aquel

hijo matricida que huye perseguido por los remordimientos de la con–

ciencia, apareciendo en su fuga, por un breve momento, ante la vista·

de la gente para esconderse enseguida en las tinieblas de la noche.

Según Tschudi, el hijo criminal fné trocado en una

e~trella

qnc pue–

de observarse con regularidad, pues no debe dudarse que, en el caso de

un

met~oro,

lo hubiera declarado expresamente;

y

como lo que cara<>

teriza al matricida maldecido, es la fugacidad, aquella estrella mostrada

a Tscbudi por los in líos de sangre pura, no ha de ser e trella fija, sino

un planeta, tal vez Saturno.

La estrellci (o constelación) «La Higrófora

»

Citada sin detalle alguno en la lista ele los astros con los cuales «te–

nían cuenta,> los ant.iguos peruanos. Oobo,

III,

p.

B30,

Polo, p. 5, Aco -

ta,

II,

p.

12,

Calancha, p. 369, e criben

Miqu,iquirciy

(con

y

al :fin); en la

t.radncción francesa de Cabello Balboa (p. 58),

bay

Ñliquiquira

y

«con -

telación », en vez de « estrella ».

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