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I ríndpe

y que el ol e ponía

1nt o p r la ffl,lta que había de hacer en el mundo; y cuando e to uce-

lía, to la la mnjere [p. 327

J

dedicada al sol, hacían grande ayuno ,

ve tían

1

opa le tri teza

y

ofrecían frecuentes sacrificio . El Inca e

r tiraba a un lugar secreto, y allí, apartado de toda conversación, ayu–

naba muchos día ·, en los cnales no e encendía fuego en toda la ciudad.»

Como e ve, nada dice el padre Cobo sobre la

causa

a que los indio

atribuían un eclipse olar, pero es de suponer que habrá sido la·misma

que, según ellos, produjo los eclipses lunares. Respecto a este fenóme–

no, el padre es mucho más detalla<lo, tal vez en correlación con la ma–

yor frecuencia de aqnella acción cósmica. Oigámoslo (III, pp. 328-329):

«Acerca del eclipse de la luna tenían tantas boberías como del sol;

decían, cuando se eclipsaba, qne un león o serpiente

Ja

embestía para

despedazarla; y por esto, cuando comenzaba a eclipsarse, daban gran–

de. voces

y

gritos

y

azotaban los perros para que las diesen y aullase.n.

Poníanse los varones a punto de guerra, tañando sus bocinas, tocando

atambores,

y

dando grandes alaridos, tiraban :flechas

y

varas hacia Ja

1una.,

y

bacía.u gra:r;ides ademanes con las lanzas, como si hubiesen de

herir al león y sierpe; porque decían que desta manera los asombraban

y ponían espanto, para que no despedazasen la luna. Lo cual hacían,

porque t.enían aprehendido que si el león hiciese su efecto, quedarían en

obscuridad y tinieblas; y estaba esta costumbre tan arraigada en sus

ánimo , que eon haber tantos año que son cristianos

y

predicarles

siempre contra ella, aún no la llan dejado ·del todo, sino que todavía

gritan y vocean cuando se eclipsa la luna; si bien hacen hoy esto sólo

por la costumbre que tienen tan de antiguo y no por el rito e imagina–

ción en que ella se fundó.

«

Suelen algunos de sus curas, para apartallos deste sn desvarío,

prevenirles los eclipse ·, avisándole antes que sucedan, para que aca–

ben de persuadirse que es fecto de naturaleza

y

no misterioso y so–

brenatural, como ellos creían;

y

han hecho por e te medio muy gran

fruto. Con el cual también han cobrado para con ellos muy grande opi- ·

nión de sabios los españoles, porque es notable la admiración que les

causa ver que podemos nosotros alca.nzar a saber los eclipses antes que

vengan, con tanta l'untualid.acl que le avi samos antes, no sólo de la

noche en qne suceden, sino hasta de la hora en que han de comenzar,

la

ca.ntid.ad

f

p. 329] ele luna que . e e cnrecerá

y

el tiempo que durarán.

Y la verdad, no comprendiendo

ello~

la can as de un efecto tan admi-