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e

15

·entr de la abeza salen cuatro línea

u

t

rminan n

punt o gru so , la última (la inferior) en un 1 e1 u ño cír ul · d b n

to-

mar e, o como lo

1

Jos relucient de lo ojo

como lo ojo mi m

mba interpretacion ti nen algo en u favor

y

en su contra y

r /n di cutidas má ad lante, de pué d 1 análisi de la corr

i-:

pondi nt

leyenda.

La in cripción explicatoria, encima del libujo, dice:

granisso

Abajo del tigre hay una leyenda en idioma indígena., no bien legibl

en su I rincipio que se confunde,

pare.ce

, con el dibujo d las extremida–

des posteriores del monstruo; 1a n de la última palabra, es

borroneada~

y

puede, por consiguiente, confundirse con m; creemos sin embargo que

debe leer e:

cosu

o

chuque chinchay

E ta leyenda, como mucha de las anteriores, pertenece a ambos idio–

mas indígenas, a aber:

Cosu ,

en aimará, debe traducirse con «el relampa.gueante», pue leemos

en Bertonio:

«

ccosi ccosi nayrani,

uno qu tiene los ojos como borracho

que relampaguean»

(II,

p. 55);

«

nayra,

ojo o ojos de la cara»

(II,

p.

231)

1

Chuque chinchay,

e compuesta de palabras quichua. , por lo me–

nos como tale." han de ser consi leraclas. Un término parecido,

choque

chinchay,

de ignación de Venu vespert.ina, según Pachacuti, ya fué

tratado en la páo·ina

122,

pero no es proba.ble que sea idéntico con el

presente, aunque el primer componente,

chuque

respectivamente

cho–

que,

es el mismo

y

dice (originariamente en aimará) «oro» \ Pero

chin–

chay,

en el nombre de Venu. vespertina, es distinto de

chincJ:tay

en el

actitud de correr ;· la cola bland a atrás e irradia de su cabeza

y

ojos la luz ele las

estrella ; lo' llama

Ohoke Ohinohcii

o «ráfaga de fuego» [no veo dónde

!,

R. L. N .];

y

dice [p. 277] er un « a.nimal muy pintado de todo colores ... , que era

apo de los

Oto?'Ongos

».

Repite el eñor T ello la misma idea en otros párrafos ele u obra, como

en las páginas 178, 186

y

318, ma.nifo tando, por ejemplo, en la página 183, que

el podero o felino que no ocupa, « aparece en el cielo engalanado con las siete es–

trellas, denominadas vulgarment Cabrillas, que forman la constelación de las Plé–

yacla

»

(p . 1 3) . Creo que no hay necesidad para refutar esta astrót si , pero vue]t..

vo a repetir que el trabaJo del eñor Tello es un esfuerzo notabilí imo para aclarar

las tinieblas de l a mitología sudamericana

y

para bu car Jos hilos correlativos del

importante motivo del uperfelino mítico.

i

En el moderno quichua del Cuzco,

ccosi

significa «de ojos azules» (comnni–

cació.n verbal del doctor Luis Ochoa G .) . Parece que e ta voz deriva del idioma co–

mún,

del cual son ramificaciones el quichua

y

el aimará.

2

En el moderuo quichua del Cuzco, también «plata», según indicación ex presa

d el doctor Ochoa. Por el mom nto no e tamos en condici ones de discutir este cam–

bio de sjgnificado.

,