EN LA TIERRA DF.
LOS
INCAS
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Amaneció, y aun no tenían1os ninguna noticia. A eso
de las diez todos los iuctios habían vuelto sin haber obteni–
do la menor noticia ni la más ligera huella
dP-1
hombre ex–
traviado y muy a mi pesar 8e afirmó en mí la creencia de
que había sido arrastrado por la corriente del río hacia
el prqfundo cañón eu que entra
y
donde era im¡.¡osible se–
guirlo ni en botes. El síndico convino conmigo en que yo
nada
má~
podía hacer: y acordando con él que me envia–
ría un correo a Abanca.y, si log-raba obtener alguna nueva
de la
~uerte
de mi amigo, resolví partir hacia aquel lugar
para inYocar el ¡.¡oder del subprefecto a fin de que se haga
más amplias investigaciones. Yo me sentía casi impotente
en Cnrahuasi, aún con la ayuda del síndico, sin poder inte–
reRar a los e:stóliuos y adustos indígenas en el objeto de mis
Rfanes.
El subprefecto ele Abancay puso gTande empeño en el
asunto
y
dictó c'n·denes terminAntes a todas las autorida–
des de su juri$uicc 'ón a fin de
qm~
no omitieran esfuerzo en
la indagación del Madero del artist a extraviad<i>. Perma–
necí varios; días en bauc , pero no sabiendo nada acerca
de mi amigo, me ví obliga'do a p1rosegui1· mi viaje a la costa
por encima de las montañas,
Pll
la conviccic'm de que había
sucedido lo
in·e¡ ~]ablP.
t\. lg:Íln t-iempo despmés de mi re–
greso a los EHt
él
os
11
iuo:s. n ·(:ihí la siguiéu te carta, fPcha–
cla eu el Cuzco, del
profe~or
Hnünondi, quif'n
fNé
mi compa–
ñero de viaje en la exploración
E'll
bote descul>ierto del lago
Titicaca.
"Respecto a nuel'tro amigo snñor
H.,
tengo qu·e comuni–
carle
el
más extraordinario relato. Parece qne pasó a na–
do sin novedad el Apu1·imae
y
encontrando el agua muy
a.graclahle, debido al calor ardiente de la quebraJa, quiso
darse un baño prolongado. Por desgTacia , una súbita co–
rriente ele aü·e hizo cnei· fll río el lío de sus ropas
incln~o
de
:o;us zapato¡;; qut! había colocado sobre una roca sobJ·esalien–
te. Sus
e~fnerzo~
para recobrflrlo fueron inútiles y
despu~s
de haber sufl'ido varios golpes fuertes
cont.ralas rocas Pn su
empPiio, qm·dó colltento de ganar la ol'illa otra vez, desnu–
do como nnest1·o pad1·e Adán. Aquí, en la ol'Íila árida v sin
á rboles, en medio
d~
las rocas cortantE-s, de a.cac, as
y
cactus
espinosos, bajo f'l :sol cAlcinante rodeado de una nnbe de
•uosquitos
ven~nosos,
comt>nzó la, exploración de algún lu–
gar habitMlo. PPro pronto ¡.;ns
pÜ":'i
fneron lastimados
pOI'
las piedras tnjantk•s
y
su c:uel'JJO f'e Jlpnó de u n1pollas por el
calor. Su único alivio eon!'listía Pll ec: hfll':-'P ag:ua de cuando
en cuando, hasta que llrgaba la uuche con su rocío
y
cubría