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FXPLORACION E 1NCIDENTP. DE
VT AJ F.:
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das a un tiempo
y
en ciertos casos
~::e
desbarrancaron de l
precipicio por habersP- amont.onndo. No¡:;otros guiHmos
nue~tros
caballos sin dificultad excepto para hacerlos en–
trar al puente; pero una vez sobre la eHtructura O!'cilantE>
estuvieron tan sosegados como en tiPrTa.
firm~.
Quizás aun
para las humild es inteligencias de los animales resultaba
claro que el centro del pmmte del Apuriruac no era t:>llugar·
más propicio pa
1'11
en brioln.s ecuestres o asna les.
Cabalgados de nnevo , comenznmo:'l la 1-1ubida pendiente
y
dificultosa. En cit•rtos sitios el ca mi uo t enía nn precipi –
cio cortado a pico por
1111
costAdo
.Y
una pa red
Y erti~al
po1·
~1
otro: en seguida había uua subida con esca leras. cortada
en partA en la roca
y
constl'llída en par te co11 piedras ado–
~<adas
contra ella; más allá bnbía una vuelta. bru;.ica con un
parapeto en semicírculo en su contorno para itJJpedir· qne
los animales impulsados a l bajar por su prupio peso
l't>
pre–
cipitaran en el abismo.
~llP!I:tJ-as
mul as dt:> ea rg;J ascu" li<1 n
trabajosamentP por encima de nosotro,.:,
ptnándo~e
a cada
paso para to 1ar aliento, en tanto qu e los arriPros las
flyn–
dabnn empujár Joli\R
J?()H
las
a.nen~.
·Habíamos uecorr'ch
apeua~
la mitéld de la, distancia a
la entrada del túnel, qne penPtJ•a. en la montaíiía. en la ba:-;e
de una
~ru.n
masa vertical dP
~·oca ,
cn.ando fnímo¡,¡ nhuma–
dos por los gritos de
nue~t¡ros
h<Jmbres
y
Hl a,lborot,o de lor.
animales encima de nosot1·os. ·La
ean~r~
er·a una pia
l't1
de
mulas cargadaR que ftcababa de salir d '•l t.únel
y
Ae precipi·
taba cuesta abHjo. La mula de la Sierra, cuando se encuen–
tra con otro anim<1l, trata f'liempre de pa:'lar por el rincón,
porque se da cuenta cabal del peligro ele hacerlo por PI bor·.
de de la senda,
y
ocurre a VPCPR qne ning:una. cPde el paso
por la persnación ni a fuerza Je golpes. Los arriero tienen
que
descar~ar
los anirnalef'l para qne puedan
pro~egui.r
su
camino en tales cnHos. Una dificultad sPmPjflnte ocUJTi<)
en el caso de que tratamos
y
el conductor de la recua que
bajaba se adelantó a toda pdsa para advertimos que des·
montáramos
y
buscáramos la pnrte más anchr. de la st=mda
o algún rincón para esperar allí
el
¡1aso de sus mulas. No
bién acabó de hablar cuando vimoR una. de nuestras
mula~
cargada con nuestros baules que bajaba coniendo por la
senda zigzagueante, probablemPnte e!'pant.adu., seguidA. de–
satinadamente por su conductor. En el preciso momento
en qne llegaba cerca de nosotros tropezó
el
animal cíl;vendo
literalmente patas arriba,
y
hubiera rodado hasta el
río si el capataz de la recua, fJUe venía, no la hnbieraeogido
por la pata delantera, evitándolo de este modo. Inmedia.