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142

FXPLORACION E 1NCIDENTP. DE

VT AJ F.:

------

das a un tiempo

y

en ciertos casos

~::e

desbarrancaron de l

precipicio por habersP- amont.onndo. No¡:;otros guiHmos

nue~tros

caballos sin dificultad excepto para hacerlos en–

trar al puente; pero una vez sobre la eHtructura O!'cilantE>

estuvieron tan sosegados como en tiPrTa.

firm~.

Quizás aun

para las humild es inteligencias de los animales resultaba

claro que el centro del pmmte del Apuriruac no era t:>llugar·

más propicio pa

1'11

en brioln.s ecuestres o asna les.

Cabalgados de nnevo , comenznmo:'l la 1-1ubida pendiente

y

dificultosa. En cit•rtos sitios el ca mi uo t enía nn precipi –

cio cortado a pico por

1111

costAdo

.Y

una pa red

Y erti~al

po1·

~1

otro: en seguida había uua subida con esca leras. cortada

en partA en la roca

y

constl'llída en par te co11 piedras ado–

~<adas

contra ella; más allá bnbía una vuelta. bru;.ica con un

parapeto en semicírculo en su contorno para itJJpedir· qne

los animales impulsados a l bajar por su prupio peso

l't>

pre–

cipitaran en el abismo.

~llP!I:tJ-as

mul as dt:> ea rg;J ascu" li<1 n

trabajosamentP por encima de nosotro,.:,

ptnándo~e

a cada

paso para to 1ar aliento, en tanto qu e los arriPros las

flyn–

dabnn empujár Joli\R

J?()H

las

a.nen~.

·Habíamos uecorr'ch

apeua~

la mitéld de la, distancia a

la entrada del túnel, qne penPtJ•a. en la montaíiía. en la ba:-;e

de una

~ru.n

masa vertical dP

~·oca ,

cn.ando fnímo¡,¡ nhuma–

dos por los gritos de

nue~t¡ros

h<Jmbres

y

Hl a,lborot,o de lor.

animales encima de nosot1·os. ·La

ean~r~

er·a una pia

l't1

de

mulas cargadaR que ftcababa de salir d '•l t.únel

y

Ae precipi·

taba cuesta abHjo. La mula de la Sierra, cuando se encuen–

tra con otro anim<1l, trata f'liempre de pa:'lar por el rincón,

porque se da cuenta cabal del peligro ele hacerlo por PI bor·.

de de la senda,

y

ocurre a VPCPR qne ning:una. cPde el paso

por la persnación ni a fuerza Je golpes. Los arriero tienen

que

descar~ar

los anirnalef'l para qne puedan

pro~egui.r

su

camino en tales cnHos. Una dificultad sPmPjflnte ocUJTi<)

en el caso de que tratamos

y

el conductor de la recua que

bajaba se adelantó a toda pdsa para advertimos que des·

montáramos

y

buscáramos la pnrte más anchr. de la st=mda

o algún rincón para esperar allí

el

¡1aso de sus mulas. No

bién acabó de hablar cuando vimoR una. de nuestras

mula~

cargada con nuestros baules que bajaba coniendo por la

senda zigzagueante, probablemPnte e!'pant.adu., seguidA. de–

satinadamente por su conductor. En el preciso momento

en qne llegaba cerca de nosotros tropezó

el

animal cíl;vendo

literalmente patas arriba,

y

hubiera rodado hasta el

río si el capataz de la recua, fJUe venía, no la hnbieraeogido

por la pata delantera, evitándolo de este modo. Inmedia.