EN LA TIBR RA DE LOS INCAS
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tament.e In sujetó con todas sus fuerzas por las orejas im–
pidiendoa~í
que forcejeara
y
se matara,
y
mientras tanto
nosot.ro:-; la de. ..;carA"amo:-:. Un paso más
y
la mula, se ha–
bría perdido irremediablemente.
No fné con poca !Satisfacción que Yimos pasar la última
de
)aA
mnlas·y reanudamo:-:
nn«:>stra ascensión. El túnel era
f\spatioso, de dJRciéntas a t.re,.;ciPrrtas varas dE> largo, con
aberturas hacia el pt·ecipicio · para la entrada tlel aire y de
la lnz. A través de esta:-: vislumbrát:am0s las grandiosas
montañtH~
del otro la
el
o del ea iión
y
escuchábamos la voz
1·onca
y
tétrica del río.
, o
r;;;é
hasta qué punto pueda este
túnel. !'er· atribuído a los Iu!!as, pem estoy seguro de que el
puente que Pilos construyeron soure el Apnrimac ocupaba
el mi:,;mo sitio que el actual.
Em¡.¡leamos dos horas en
ar;;;cend~r
la cuesta para llegat·
a la llanma circundada de montañas en que se encuentra la
población despa nn macla de Curahuasi, una aldea bien irri–
gada, perdida en t re
:.~rbol es
y matorrales.
A
~esar
de que
:-:e rmf'uentra a
tjná
de 8
0 00
pies sobre el nivel del mar,
notamos variar;; campo
caña de azúcar cerca del pueblo.
No teníamos reéO!llend ci nes para Curahuasi
y
nos enca–
minamoi" directamerr
~ a
la casa de posta, una choza escuá–
lida, sin más que do. c-n fntos, uno de los cuales era a la vez
(:ocina
y
dormi orio compa rtido po¡· ig
ual por la familia,
lo~ perr(¡ ~,
las galliuas
~,
los cuyes.
El
f1t.rocuarto, desti–
nado a los lruPspedes. tenía por todo mueble una mesa des–
tarladada y
Hll
pii"o de tierra estaba cubierto por trastos
de toda c:lase t->npolvados
y
t-epugnantes dejando ver que no
había sidc ocnpa•lo destie hace mucho tiempo .
. 'nestro:-: lwmbrf!s despejaron el espacio suficiente para
nuestras
Cii.lllH
s
.Y
aq ui
e~peramos
la lleg·ada de H. No nos
sorprendió que ann no hubiera llegado a la posta pue¡:;:to
que era temprano
tod~víay
también porque pudo haber
encontrado un mPjor alojamiento en el pueblo. Así es que
nos pusimof' a
('a)]p_ip:u
preguntanrlo por él a todo el mun–
do, pero nadie lo hAbía visto. Vino la noclw. encendimos
nne:-;trn última v1>la y lo
eF:pt->r-nnw~
sin cuidado, turnándo–
nos Pn la call<->.
YA
t>ra már-: de media. noche cuando perdi–
mos la esper·¡:¡nza de r;;;n anibo
y
nos
retiramo~
a dormir con
la t<Pgul'idad de
Tt>rlo
t~mprnno
el
día sip;uit>nte. Hacia el
amar.ecer, pet·o todavía a ob1:'curas, fuímos alarmados por
fuer tes golpes
~n
la puerta. Suponiendo que
fueran de
mw:-:t.:-o compañero aúsente, me levanté rápidamente, en–
cendí una lm;
.Y
quit~
la tra11ca de la puerta, cuando entró
¡a
ruá.s ext1·aña figurn qu e ví en tui vida. Era la de un hom- .