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EN LA TJF;RRA DE LOS JNCAS

149

eng-aña, el al'pecto de sus habit.a.ntE's justificaba enteraillen–

te su mala reputación. Otra vez nuestro camino era as–

cendE'nte,

y,

lu eg·o , a la distancia de cuatro le{!'uas lleg-amo..,.

a Moyobamba, una pascflna que se compone de dos casas

rú!Oticas de piedra completamente deshabitadas.

Sin pérdi–

da de tiempo encendimos fueg

o y e

uviamos a algunos de los

compañeros

a

conseguii· fol'l

'a.je

para nuest•·os can!-ados

an imales. Todo en nuestl·o al

rede

dor Ha frío

y

desolado,

y,

flunque nos parecía eneontrarnos en completa soledad,

asegnramos prudentemente la puerta con sogas, antes de

acosta •·nos.

Gracias a ,nnestro albergue pasamos bien la noche

ya

que llovía in,..esantemente. Aunque seguía lloviendo, en la

mañana, tuvimos que reanudar la marcha por aquel cami–

nu casi iu

t

nmsi table aun para nuest1·as experimentadas bes–

tifls. C011forme subíAmos trabajosamente po1· aquella puna

alta y helHd a, la lluvia

H•

tornó en aguanieve, gnmizo

y

nevada que pa1·ecía envohernos

y

venir de todas

direccio~

nes. Lo m:í..s q

tHl

pc•dían mwstras bestias et·n, hacer frente a

la tempestnd; r sb· !aban 111eclrosamente, pero avanzaban

con pfl ciencia hn ia la puna df' a.niba.

Aquí: por primera

wz

desde que salí de la llanmn de Tiyahuanacu vi rebaños

de vicuñas.

De estas alturas el C'amino descendía., empimtdo

y

re·–

baladizo, al Río PaJUpa>'. En

laA

últimas horas de la tarde

llegauw~

a la ruinosa pohlncir'ín Je Chinchero. Por supues–

to, el gobernndor, a quien 11os había recomendado el sub–

prefecto, estaba ausente, sin embargo nos dirigimos a su

domicilio, situado en

lA

plazi2L.

E:st.aba

~ste

cerrado a pie–

dra y lodo

.Y

nos J'Hestirnos de pl'lciencia }Jara esperGt.l'. Dos

horas

ag·otamn

toda

]¡:¡,

de

qne

émmos

capac~s,

así E'S que hicimos saltar la CPI'I'adura

y

entramos, pem

• clespnés vimos qne lo más prudente er-a v igilar nuestra. .,

hE'st.ia.s, lo cual hicimos por tnrno

durant~

toda la noche.

El t.iempo :-;e despejó ya ava.nznda la maüana

y

comenza–

mos a bajar con dificultad la larga cuesta hasta el Río Pam–

pas. que corre por un valle alg·o ancho

compflrativam~nte

con lo" que hemos visto en la sierra. Recorrimos el vflll e

dE'Ahabitnc1o en la

exten~i6n

de una legua, por E'nke acA n t i–

lados ver·ticales de conglomerado, basta E'l pue\Jte colg-<lnte.

<1e:-;¡.>uÉ':s de pasar el cual , arampamos. El puente sigue

e11

interéA al del Apurimac. El pnisaje circundante si no tau

g-randioso es todavía .mag·níti co.

El puente está Rituado

eu un pArt>je pintoresco; su lonp;itud es de

135

pies

y

su

altnra de 4:3, en su parte ml'dia , :suure las rá.pidat';

.Y

tmnul-