EN LA TJF;RRA DE LOS JNCAS
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eng-aña, el al'pecto de sus habit.a.ntE's justificaba enteraillen–
te su mala reputación. Otra vez nuestro camino era as–
cendE'nte,
y,
lu eg·o , a la distancia de cuatro le{!'uas lleg-amo..,.
a Moyobamba, una pascflna que se compone de dos casas
rú!Oticas de piedra completamente deshabitadas.
Sin pérdi–
da de tiempo encendimos fueg
o y euviamos a algunos de los
compañeros
a
conseguii· fol'l
'a.jepara nuest•·os can!-ados
an imales. Todo en nuestl·o al
rededor Ha frío
y
desolado,
y,
flunque nos parecía eneontrarnos en completa soledad,
asegnramos prudentemente la puerta con sogas, antes de
acosta •·nos.
Gracias a ,nnestro albergue pasamos bien la noche
ya
que llovía in,..esantemente. Aunque seguía lloviendo, en la
mañana, tuvimos que reanudar la marcha por aquel cami–
nu casi iu
t
nmsi table aun para nuest1·as experimentadas bes–
tifls. C011forme subíAmos trabajosamente po1· aquella puna
alta y helHd a, la lluvia
H•
tornó en aguanieve, gnmizo
y
nevada que pa1·ecía envohernos
y
venir de todas
direccio~
nes. Lo m:í..s q
tHl
pc•dían mwstras bestias et·n, hacer frente a
la tempestnd; r sb· !aban 111eclrosamente, pero avanzaban
con pfl ciencia hn ia la puna df' a.niba.
Aquí: por primera
wz
desde que salí de la llanmn de Tiyahuanacu vi rebaños
de vicuñas.
De estas alturas el C'amino descendía., empimtdo
y
re·–
baladizo, al Río PaJUpa>'. En
laA
últimas horas de la tarde
llegauw~
a la ruinosa pohlncir'ín Je Chinchero. Por supues–
to, el gobernndor, a quien 11os había recomendado el sub–
prefecto, estaba ausente, sin embargo nos dirigimos a su
domicilio, situado en
lA
plazi2L.
E:st.aba
~ste
cerrado a pie–
dra y lodo
.Y
nos J'Hestirnos de pl'lciencia }Jara esperGt.l'. Dos
horas
ag·otamn
toda
]¡:¡,
de
qne
émmos
capac~s,
así E'S que hicimos saltar la CPI'I'adura
y
entramos, pem
• clespnés vimos qne lo más prudente er-a v igilar nuestra. .,
hE'st.ia.s, lo cual hicimos por tnrno
durant~
toda la noche.
El t.iempo :-;e despejó ya ava.nznda la maüana
y
comenza–
mos a bajar con dificultad la larga cuesta hasta el Río Pam–
pas. que corre por un valle alg·o ancho
compflrativam~nte
con lo" que hemos visto en la sierra. Recorrimos el vflll e
dE'Ahabitnc1o en la
exten~i6n
de una legua, por E'nke acA n t i–
lados ver·ticales de conglomerado, basta E'l pue\Jte colg-<lnte.
<1e:-;¡.>uÉ':s de pasar el cual , arampamos. El puente sigue
e11
interéA al del Apurimac. El pnisaje circundante si no tau
g-randioso es todavía .mag·níti co.
El puente está Rituado
eu un pArt>je pintoresco; su lonp;itud es de
135
pies
y
su
altnra de 4:3, en su parte ml'dia , :suure las rá.pidat';
.Y
tmnul-