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EN LA TmRRA DE LOS INCAS

151

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la que más llamó mi atención fué la de San Crist6bal que

!:!.'lllHrla los restos del corregidor Holg:nín el que capturó a

(~uatemozín

junto al lago de México. En la plaza, Jonde se

puedE' comprar cehacla, mníz, trigo

y

frutas, üaídas del o–

tro lado de la cFtdf'na oriental hay una fu&nte, con una

estat11a de la LibertHd. que tengo para mí es un emblema

del

Paí~, ~in

una cabeza que dirija ni un brazo que obedez–

ca y defienrla.

Con

re~pecto

a las ruinas de la vecindad de Ayacucho,

encontré el siguiente relato de uno de los cronistas más an–

tig·nos del país, cHya vemcidad no pude comprobar por fal–

ta de tiE-mpo, y la consigno únicamente como una curiosi–

dad litemria

y

para lo que pueda servir.

'·El año

1637

en la ciudad rle Quinoa, a dos leguas de

la antigua Gnarnanga, se descubrió casualmente uu palacio

~ubterráneo,

con gnmdes portales de piedra

y

edificios sun–

tuosos. En este palacio

sP

encontraron var·ias estatuas de

piedra representanrlo homurE>s con el sombrero colg·ado de

los homb1·os a mnne ·a de

Jo~

peregrin<'s

y

una piedra con

nna inseripción qu , 1 o se fHitlo leer. H:ahía una de un ji–

nete con la lunzá en llistre

y

nn escudo en el brazo izquier–

do.

E~;os re~tos

fnecon exnn1in!i-ldos con la ayuda de antor–

chas y llevando m hil o c:o rno !.!.'llÍa desde la entrada para.

<1segu¡·n1· la sa lida .

~{

puedo

aseg~1rar

la existencia dt>

e~te

pn.lacio po1· que nv lo he visto: el testig·o de esto es E>l

señor Pinelo, quién afirma

PI

hecho. Si el antor no vió lo

que describe, o si fué eng-añ;-Jdo

JJOI'

otros, fácil se1·ía ave–

rignnr en

PI

pneulo de Quiuoa, si el famoso monumento

existió en realidad"

(1).

Tardamof' nna sem:1na en Ayacucho para rE-ponernos

antes de cruzar el De><poblario c¡ue se interpone ent.J·e la

antigua e histórica ciudad)' la cuf't.a, reg·ión cuya a.ltitud

no es en pal'te alguna menor de catorce mil ni mayor de

dieciocho mil pies sobre el nivt>l del mar. El viaj e es largo,

fastidioso

y

a¡rotador, y poi' P"JUchos días del'lpnP.s de lasa–

lida dP Ayacucho, se hace sobre la ancha

y

elevada ola

montaño, a. que se f1i:;;tin12:n e ele los Andes pi'Opiamente di–

chos, con

el

nombre de Cordillera rle la Cof'ta. En esta re–

gión fría, árida y desol a da., no hay

pueulo~

ni refugios ,

(1) 'l'iene el relato al go del laberinto de Creta

y

del hil o el e

Ariadna

y

nos permitímos .ealifica rl o romo una de t.ant as superche–

rías, pués, por lo de la inscripción, la estat ua ecuestre, la lanza eu

ristre, el escudo , el p&laeio,,&,

sup?nemo~

(lue el seilor Pinelo qui o

hacer un libro ele

caballeJ:~as.

- :N.

del

1: .