EN LA TmRRA DE LOS INCAS
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la que más llamó mi atención fué la de San Crist6bal que
!:!.'lllHrla los restos del corregidor Holg:nín el que capturó a
(~uatemozín
junto al lago de México. En la plaza, Jonde se
puedE' comprar cehacla, mníz, trigo
y
frutas, üaídas del o–
tro lado de la cFtdf'na oriental hay una fu&nte, con una
estat11a de la LibertHd. que tengo para mí es un emblema
del
Paí~, ~in
una cabeza que dirija ni un brazo que obedez–
ca y defienrla.
Con
re~pecto
a las ruinas de la vecindad de Ayacucho,
encontré el siguiente relato de uno de los cronistas más an–
tig·nos del país, cHya vemcidad no pude comprobar por fal–
ta de tiE-mpo, y la consigno únicamente como una curiosi–
dad litemria
y
para lo que pueda servir.
'·El año
1637
en la ciudad rle Quinoa, a dos leguas de
la antigua Gnarnanga, se descubrió casualmente uu palacio
~ubterráneo,
con gnmdes portales de piedra
y
edificios sun–
tuosos. En este palacio
sP
encontraron var·ias estatuas de
piedra representanrlo homurE>s con el sombrero colg·ado de
los homb1·os a mnne ·a de
Jo~
peregrin<'s
y
una piedra con
nna inseripción qu , 1 o se fHitlo leer. H:ahía una de un ji–
nete con la lunzá en llistre
y
nn escudo en el brazo izquier–
do.
E~;os re~tos
fnecon exnn1in!i-ldos con la ayuda de antor–
chas y llevando m hil o c:o rno !.!.'llÍa desde la entrada para.
<1segu¡·n1· la sa lida .
~{
puedo
aseg~1rar
la existencia dt>
e~te
pn.lacio po1· que nv lo he visto: el testig·o de esto es E>l
señor Pinelo, quién afirma
PI
hecho. Si el antor no vió lo
que describe, o si fué eng-añ;-Jdo
JJOI'
otros, fácil se1·ía ave–
rignnr en
PI
pneulo de Quiuoa, si el famoso monumento
existió en realidad"
(1).
Tardamof' nna sem:1na en Ayacucho para rE-ponernos
antes de cruzar el De><poblario c¡ue se interpone ent.J·e la
antigua e histórica ciudad)' la cuf't.a, reg·ión cuya a.ltitud
no es en pal'te alguna menor de catorce mil ni mayor de
dieciocho mil pies sobre el nivt>l del mar. El viaj e es largo,
fastidioso
y
a¡rotador, y poi' P"JUchos días del'lpnP.s de lasa–
lida dP Ayacucho, se hace sobre la ancha
y
elevada ola
montaño, a. que se f1i:;;tin12:n e ele los Andes pi'Opiamente di–
chos, con
el
nombre de Cordillera rle la Cof'ta. En esta re–
gión fría, árida y desol a da., no hay
pueulo~
ni refugios ,
(1) 'l'iene el relato al go del laberinto de Creta
y
del hil o el e
Ariadna
y
nos permitímos .ealifica rl o romo una de t.ant as superche–
rías, pués, por lo de la inscripción, la estat ua ecuestre, la lanza eu
ristre, el escudo , el p&laeio,,&,
sup?nemo~
(lue el seilor Pinelo qui o
hacer un libro ele
caballeJ:~as.
- :N.
del
1: .