EN LA
'l'Il~RRA
DE
LOS Tl'_:"C::..:A:.:S:._________
l_5_:l
b re~nl íHn
del suelo con
~us
bo1·des ase rrados como colmillos
decndPntes.
-Si tP 11 emoR c¡ne ntra
,.P~a rla,
¡,pnr
c¡né no ahora?, insistí.
- "iVo1ha.r
flf:(ll c1.
X()
!J r~,y
u f.Jcfn''.
.~o
ohstant.e, gané en
la porfía
(1).
El aniPr,> eo n ma l di:<i111nlado disgusto
y
mascnll a ndo nlg·unaR palnbr·ns en q nPchna. qne yo no com–
p rendí. pero qne eran bastan-tt-> significat ivas, volvióacargar
In
s mul as
y
partió con ellas al trotP, por la
p 1ma,
áspe ra
y
l't>pu lsi va.
:\o
sfi cómo pndo el ari'iPI'O sos tPn er la marchn, de nues–
tros Rnimales a tal pa:-;o a tmvés de la
pmm.
Sé>lo recue r–
rlo de una carrera
t raR una vicnñu hPrida
&1
borde de la
qnebrncla
y
de nn a qne nt l'il parr.d a para entalega r a lg una
vizcacha desca rriii da. E rnpero. mncho a n tes de anochecet·
apenas pod iá mos
dis1
ingn ir nu esr.ros anilllales como hormi-
g:a.s,
a
In.
d ista. ncia.. C. .. ........ ... .. .. iba por deJan te con ellos.
Como se iba hac iendo tarde, cambia mos nuetitrns cnbalga–
duras
~,
dirig·imos una ,-isnal baeia nuestros co ui¡>añe i'OS
antes de qne se perdieran de vista.
E hicimos bten, pt
es,
w
tlrlinnt.o más tarrile, desaparecie–
ron detrás de u
Hl
prominencia clt>l snelo . Yo había cabal–
gado en " El KeYado'· todo PI día clc>jaodo camina r libre mi
mula,
e11
tanto que D... hizo lo )JI'Opio con "Nopo león",
amarrundo las
>;Oga
f'
las hestiasde tiro a las g ruperas de
nu estras mot1tnrRs.
Parecí ' nd onos qme el'a esta una pre–
cua.P i(lll
inn ece~aria
y
un
obst~c nlo
para ir de prisa, carga–
mos la vicuña muerta
v las vizcndws en los a nirn a leRliLre¡;;
y
los de.iamos cam iuar"
smM.os a p;l so lige r·o para alcanzar
a nues tr-:L ca ravana.
" El Nenldo"'
y
su com¡H-1.ñero se que–
daron nn poco atrás. pe ro no a tR I d i.. tanc iH q ne pudiét·a–
mos
alanuamo~:
rrincipalrnente. por q rw
~-::¡
Í~l-li110S pronto
a junta rnos con los que iban del:HltP.
Por
lllOIIWnt.os,per–
díamos de dsta a los anirllflle s
qtH·
ibn n en zaga, pe ro pron–
to
lo ~-:
,-olvíumos a ver
sig·ni~ndonos,
,cuando a;;cend ía.rnos
a lguna p ron1inenciR L1el te n eno.
Anochecía,
y
difícilmente podíamos disting-uí ¡·
las hu e–
llas a penas vis iblt:s en el suelo pE'ilregoso. NiJe,..,tros ,guías
principales eran los b lancos esquele tos de los a uima les que
(1) Fué esta una
g~·ingada.
Tengo que recordar con agrado ,
escenas semejantes, de mis excursiones a Huilc.abamba .v Machu–
Picchu. con Mr. Alberto A. Giesecke, mi re•·.tor en aquel entonces
(1913)
en la Uni\·ersidad del Cuzco
y
hoy Director Genera,! de
Ins–
trucción Pública.-N. del T .