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EXPLORACI0::-1 E INr.IDENTES DE
VIAJ_E~----
t uosas aguas del río. A la saz6n el puent A estaba un tan–
to ladeado, pero no tanto que ofreciera peligm,
y
nup.::;tras
bestias pasa ron sin ninguna dificultad.
En la mañana pudimos tomar muy bella s vistas, pero
no fué cosa-fácil pasar· el puente oscilante llevando nuestros
a paratos fotográficos. A las diez estábamos otra vez monta.–
doA
y
comenzamos a subir traua.josarnente uua cuesta de
cuatro leguas. El pa isaje era desolaJ.o
y
desierto :;;in más
señales de la human1-1 existenciu que algunas hut>ll as de la
ocupación incaica. Cua:1do llegamos a la mise1·able pobla–
ción de Ocros,
SP.
nos ofreció un a casa de posta. ll ena de
innumerables pulgas. Felizmente la lluvia no nos obligó a
hacerles compañía, pero no puedo decir que PQ-Samos una
g ran noche.
Con todo fué mucho mejor que la s ig uiente, en que
t.ra–
tamos de dormir det1·ás de una choza mal llamada casa de
posta, pero d aspecto tan repulsivo, ·que no pensaruos si–
quiera en entrar en ella
y
que no ofJ'l;cía alimento alguno
para nosotros ni para nuestros animales.
La jornada
f.le~
día siguien te fué a través de un país tris–
te e improd e ivo
COJ'l
subidas pemdientes
y
bajadas t err·i–
bles. }'ué sin dmla la más
peno~"a
el e hs que habíamos he–
cho en el
P~rú .
pe.roa final de ella, a l cabo de diecioeho días
de
nuestra~sah <=
a rkl Cnzco-díaJs ele
fl."\
7
Pilturas
y
fatigAs–
llegamos a Ayacucho, cit1dad flotable de d iez mil habi tn n–
tes. Esperábamos recibir comu nieFtciones aquí
y
fué para
nosotros una tl'iste decepci<>n el no encoutra r ning:n•na.
Cerca de esta ciudad se encuentra el campo de ba tall 'l
de Ayacucho, donde el viney La Sern1-1, al mando de los rea–
listas españoles comba tió con las
llamada~
tropas libP!'ta–
doras comandadas por el general Sucre. La batalla t.nvo
lngar el 9 de diciemlJ¡·e de 1824
y
tPrmin6 con la rendición
de los reali stas, en núnwro de o nce 1nil, a los pat riotns qne ·
eran siete mil. Esta dAJTota puso fin a la domiua ci6n ele
España en Sud Améi'Íc<:l.. Los primeros
e~pañoles
llamaron
Guamanga a esta ciudad , pero los n-·pnb!icanos la llama –
ron Ayacncho, en rccnf'l'do ds
~u rleci~i,-a
vict01·ia
( 1).
Lns
easas :o;ou ele dos pisos. con patio
:v
g ra ndes ha hitaciones.
La cindad entera, en efecto, está trazada.
y
cons t ruída en
g ranJ.e
e~cala
pero huy s ig·nos ineCJnívocos ele un decFt.i–
miento gradual en riqueza
y
pobl aei<Jn. Ayacucho puede
vanagloriarse de tener una. catedral
y
ve in te
igle~;ia:;;;
pero
( 1) Ambo n ombres son de origen quec lma .- N. del T.