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EXPLORACION E INCIDENTE DE VIAJE

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habíRn Rucumbido

y

que habían sido abandonado a la vPra

del camino como pasto de los cóndores.

No podíRmo¡:;¡ dudar de que "El N!O!vado · nos s ig uiera,

tanto más teniendo en

con~ideración

que su hermano de

leche iha por delante. Tan prouto como obsf·ut·eciú por

completo, aflojamos el paso

y

rniraruos hacia ad ela nte pt·o–

cnrando ver a nuestros

compañero~ ,

y

h1wia at.t·á,s para

distinguir nuestros caballos, ¡wro en vano.

llahía n dPsa–

parecido todos los rastros del camino. Litemlmente, lo

había mos perdido y desmontamos. Apelf\ a l recurso indíge–

na de aplicar . los oídos a.! suelo para escrutar las pi sadas de

Jos hombres o de Jos animales, pero ig ualmente !-;in resul–

.tado.

Di~Sparé

un tiro ue rifle, no me quedaba otm

co~a

que hacer.

·

Un segundo después, poco más o menos, escuché ia res–

puesta claramente, tan claramente qne me parda el eco

extinguido que salía de alguna proftmdidad a nnestra iz–

qnierd81.

(Tu momento más,

y

una segunda detonaeió11

sonó como del interior de un pozo.

Sucedió qu1:1 nuestro a rriero haOía de cendido a

lliHl

qu e–

brada que podía bien llamarse un

abi~tuo,

en bmwa de un

poco de agua, de unas brizna¡:;¡ de re'3i-stente ich u.

y

de lo qne

no imp@rta a menos, o sea, de unos montoncitos d e boñig·a

de vicuña ne sirven de combustible. Después de una sun–

t uosa cena de charqui .r un a taza de cafP., D.

y

yo volvimos

a subir a la llanura a

lim~cat· aunqu~

inúltilmente nue:o; t ras

bestias penlidas. Nos re t iramos por fín a nuPst ras camas

(si podía llamar<le irse a la cama apelotonarse en el santo

snelo) con la seguridad que nos infunct ió el arriero de que

las

bestias

nos encontr·arían ant,es del amanecet'.

Amaneci6. La mañana em fi'Ía

y

húmeda.

Lo~

caba–

llos no a parecieron. MiPnt ras se preparaba el

almu~t·zo,

n

y

vo Pecalamos uuevamente los abr·nptos declives de

1 •

que–

b ,:ada, a.dmit·ándouos de cómo pudimos subir

y

bajar por

ellos a oh:.;curas.

Nos encar-amamos en las rocas v

miramo~

con

nw~stro:'l

anteojos en todas dirPcf!ioneR en un · va11o

e~fue rzo

p:tra df's–

cubr·ir nnest.ros animales.

Descenclimo~

otr·a vPz al fondo

de la quebrada; no" descargamos ele nues t,ras

aJf()l,ias

.Y

haciendo que se adelantaran nuestros compañeros cou las

cargas , pH ra alcanzarlos antes del anochecer, regTesamo-,

para bnscat· en la llanura al "Nevado"

y

~u

compañe ro

errante, sin o t ro equipaje que nuestras pistolas

y

ponchos

de aguas.