SU HERALDIGA
Potosí es una ciudad infanzona. Ama sus le–
yendas
y
sus escudos. Foco, otrora, de linajuda
gente, la República, que arrasó con el
despoti~mo
prebendario de los encomenderos, nada pudo con–
tra el espíritu romancesco que afianzó la ejecutoria
de Carlos V. . . Vive de su a¡Sado y para su pasa–
do.
Ea
alma e añol . e perpetúa aun en la piedra
de los blasone . o a q e el alma española se apo–
yaba en los tercios e iza:vro y en
las
lide ,:rlo–
riosas de San lemente ...
Yo me he 5'1e:tenido
con
unción frente
a-
los ca–
serones de la c'u ad a descifrar el lustre de las pie–
dras gent.ilicias. Pero la heráldica que queda del
Potosí colonial, es un retoño de aquella rancia ge–
nealogía mezclada con sangre de emperadores y
pontífices. Ya no hay Toledos que prolonguen en
su rodela bruñida, el viejo lema de los duques de
Alba: ''Desde el alba vine aquí''; ya no hay Men–
dozas que ostenten en su escudo la rueda de For–
tuna, detenida por áurea espada, soto el mote ga–
llardo y fanfarrón:
'~!Pues
que a mis pies la tengo,
derribarme jamás podrá"; ni hay Ponces de León,
que afixmen su noblea en lizas de valor
y
de amor
sobre la fuera de un corazón que atravesó un ve–
nablo y sobre el mote sentencioso y viril: "\Es con