Table of Contents Table of Contents
Previous Page  26 / 168 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 26 / 168 Next Page
Page Background

~22-

hier~ro

mi muerte". Y, sin embargo, Toledos, Men–

dozas y Leones, esforzados, galantes y caballerosos,

convivieron su vida, corrieron sus calles, justaron

sus torneos

y

supieron morir y vencer por sus mu–

jeres.

Y

se ramificó en tierra criolla la prosapia

rimbombante de Castillos, !Enojosas y Alvarados;

Guzmanes y Godines; Zúñigas y Lacernas; Oquen–

dos, Bazanes y Sotomayores; Dávilas, Ei!1riquez

y

Chacones.

De

aqud linaje nació una aristocracia autóctona,

que renovaba con la labor, con la lealtad y con la

sangre, el brillo de las armas melladas en tierra

de infieles, en Flandes y en Iltalia, en Lepanto y

en Pa

'a.

Esto es

lo que m

e dicen

lq¡;

escudos nobiliarios

Pot sí,

aferrad.os

al oportal de

S"\.lS

viejos ·case–

r n

. . .

La sangre

criolla, se enn<;>blecía, por la

·aci

de

rey, con¡.o si fuera menester esta carta

de

ida uía pa a prolongar el espiritu romancesco

Y.

o: ·

o de la raza. Pero, es tan hondo el recuer–

do, es tan

erte el atavismo, tan profundo el ras–

tro e pañol, -

por sobre la mita, las encomiendas

y los tiranos, -

que no habrá mano americana ca–

paz de atentar contra estas piedras labradas, he–

chas en reto a los siglos como una gloriosa partida

bautismal.

Fué

Carlos V quien puso óleo

y

e;risma a la no–

.ble ciudad; y fué un Toledo, vicerrey, quien pre–

gonó, por cédula fechada en Lima, el dictado de

Villa Imperial, Fidelísima y Noble,

y

afianzó sobre

el consistorio

de

Potosí, el escudo emblemático que

debía perpetuar su blasón. Ovalo en campo de oro;

al .centro, el hermoso y rico cerro de Potosí; a am–

bos

lados, las columnas de H'ércules, con el vaticinio