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de esta Villa contra el monopolio de los Dardana–
rios oi 20 de :Eno. de 1793 años".
¡
E1l monopolio de los turcos!. . .
La
competencia
arancaba dtesde los tiempos de Carlos
V . . .
Porque
la tutela de España fué monopolio también. Pero
este monopolio, como lo reconoce un sabio historió–
grafo potosino -
Omiste, -
fué la expresión de
la época y de la política de conquista. ''En aque–
llos tiempos en que las comunicaciones con Europa
eran difíciles
y
llenas de peligro, en que los indus–
triales no podían procurarse capitales, la Corona
asumió, por la fuerza de los hechos, la tutela, par–
ticularmente para la industria minera;
y
dicho sea
en honor suyo, que llenó sus debenes Jealmente ha–
ciendo los ofi ios de habilitadora e introducie;ndo
procedimiento
ú~le
y
écn!icos en el ramo de la
metalurgía''.
del perú
Cerremos el capítulo. He querido hablar de esta
gloriosa conservación del pasado a través de la tra–
yectoria de tres centurias, y pudiera la recordación
histórica estropear mi lirismo. . . Pero, no me de–
jarían mentir los descendientes de Atahualpa, que
contagiados de esta prolongación colonial, calzan
aún el sombrero de fieltro imitando la borgoñota
de Pizarra; ni las lagunas artificiales que constru–
yeron los españoles sobre el dorso de Karikari
y
que siguen llevando por sus canales pletóricos la
savia vital de la ciudad;
ni
los socavones antiguos
que abrió el minero español
y
que se prolongan en
el tesoro dadivoso bajo la maquinaria voraz de los