FBHXAXDO C'TIAYES
la deLnsa terca que ele su ,·irginidacl hacía la (loncella per–
seguida.
La mansedumbre de la paloma al ev1tar la garra ma- ,
ñosa del gavilán. la compasión de éste.
y
el alba. en su
alma encallecida. de un sentimiento que pudiera llamarse
amor a la paloma .... Bien raro era el fenómeno.
Raúl luchó por convencerse de que no estaba enamora–
do. Ko.
No
podía estarlo.
Pe.m si la Manuela le servía. él. sin saber cómo. sumía–
se en adoración respetuosa, a la distancia. Le deslumbra–
ban sus pies menudos de un rosa vivo. bien lavados. relu–
cientes.
y
el erguirse prometedor de los senos duros tras
la blan -- a barrera del lienzo púdico, y el dibujo de la ca–
dera fperte e impecable bajo el anaco azul que caía recto
sobre las piernas rígidas. si la longa arqueaba el busto ve–
nusino C'n una inclinación para coger algo del suelo.
La india estaba tan cerca . . . En la hacienda. nadie
e inquietaría por unos gritos más ....
:-:o
era la primera
vez ....
y
sin embargo. Raúl vaciló.
~o
pensó ahusar. Su
hirvient e sangre que
1
~
subía en oleadas turbadoras a la
cara. cegándole. se neutralizaba con nn sentimiento clesa–
costumbracio pero incontrastable ele respeto, disfrazado
de extática contemplación ele la belleza pura, radiante. prís–
tina de la longa.
El galán fogoso y brutal. cuya voluntad erótica no re–
conocía. en ese su feudo. ningún vaHadar. se sintió subyuga–
do. e
el
aYo ele la actitud tímida
y
pudorosa de la india.
Raúl se desconoció.
Deliraba en sueños: di1·igía a la india ignorante finas
cortecanías.