PLATA Y BROXCE
clara. Allí debía vivir una mujer toda dulzura. De cuer–
po
y
alma impolutos.
Y
contra esa casita dulce
y
blanca
y
su moradora abnegada
y
afable se alzaban puños colé–
ricos, salvajes manazas enloquecidas por la fusta de un
predicador de la "suprema verdad", de un albacea del pa–
raíso que lo repartía por parcelas .....
La puerta estaba cerrada. Tal una boca consciente
y
desdeñosa. El insulto procaz que volaba acompasando
en el aire a una piedra disparada a los cristales. se perdía
sin respuesta. La castellana no se dignaba abrir ni una
ventana de su alcázat· asaltado para mirar a
StlS
Yillanos ·
agresores.
* *
*
·Los agentes del teólogo urdieron sotnbríamente la
asonada.
Grupos escasos al comienzo. a los golpes del botÍ1bo,
esti·uendosos
y
grotescos. ·fueron reuniéndose las ovejas
dispersa del rebaño. Ariscas, con las pelambres hirsu–
tas
y
los ojos ton·os aparecieron simultáneamente como
vomitados por una rendija del avet·no, materializando un
cuadro que. en una de las paredes de la ,iglesia, qt:ÜtaJba
el sueño a los fieles con la visión que un pintamonas qui–
so hacer apocalíptica del Infierno
y
que resultó ridícula,
montón ele lacerías
y
de rostros bestiales sin barniz ar–
tístico.
Agitadas por los sac ri stanes
y
los viejos tragahos–
tias que zapateaban
y
au! ]aban poseídos ele infernal fu–
ror, esas pobres gentes se apiña:ban sin saher qué hacer .
-¿Contra qué irán las rabias ?-se preguntaban. Pero
221