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FERXAXDO CHAYBS

casa, dejaron a Gregorio

y .

a \-enancio solos y fueron a

esperarles.

Ret¡niéronse. Gregorio callaba. Los otros no osa–

ban interrumpir su silencio.

Mariposas nocturnas resbalaban en la tiniebla húme–

da. La hierba se chafaba muelle bajo los pies. _Hilos

de agua corrían entre las gramíneas. Un penetrante olor

a trébol y a salvja hostigaba las na •·ices.

Salieron del potrero

y

tomaron la senda que oonducía

a la choza del Gregorio. El torrente del pie. hinchado

por la tormenta, bramaba en la hondonada.

En Ja choza discutieron largo espacio. Intermiten-:

te la voz del Gregario rayaba el aire con vibraciones en–

conadas y decoraba con manchas rojizas la conversación

decaída.

Parecía que clé!iba indicaciones. Movía bruscatn"ente

las manos unidas como que manejab2. üna azada o una

hacha.

* *

*

A la mañana siguiente-sol jocundo .regándose por

toda la tierra-las Antúnez, a caballo, partieron de "Ro–

saleda" ·tomando el camino del pueblo. acompañadas por

Don Anto·nio.

El mayordomo, a alguna distancia ele ellas, las mira–

ba ele reojo. Con ira. Ellas ·tenían la culpa de lo que

estuvo a punto de suceder con Celina. Esas cholas

in- .

teresadas

que por el dinero son capaces ele vender el al–

ma al ct:ablo, son las responsables, iba pensando el vie–

Jo. creyente y murmurador.

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