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FERNAl\"TIO CH.AYES

:\

una seiial de su amo. el mayordomo enYió a la Ma·

nuela con un charol en el que Yenían unas copas de cog–

nac .

Hugo tomó la delantera

y

galantemente ofreció una a

CeLna que la recibió con dignidad.

El juguetón cinismo ele! primo de Raúl, Hugo Zamora,

le disgustaba a Celina; más aún. la repugnaba. Soñadora

y virtuosa ele Yerdacl, se había aco tumbraclo a odiar al

hombre sinuoso que desde el primer momento delata en

e!

ademán turbio

y

la sonrisa ligeramente lasciva, sus sensua–

les intenciones.

En cambio, Raúl, digno y cortés. poniendo en sus aten–

tas previsiones un lánguido sello ele seriedad, aparecía a

los ojos ele Celii1a, simpático en extremo. Lástima que por

un cidculo egoísta dejase el campo a u primo y se pusiese

a cortejar. s i bien por instantes. a la Rita :-\ntúnez, a la

chola buena moza y pegadiza que tanto le habló allá, en

la aldea, del señorito Raúl. :i\luchas veces había perma–

necido temporadas deliciosas la Rita en la hacienda. To–

das las amistades ele Raúl entre las gentes de Torrebaja

pasaron por su intermedio.

Oh . Raúl era

decentote .

...

Crecía a los ojos ele Celina la figura garrida y delicada.

del hacenelaclo y se prestigiaba románticamente.

Las copas. unas veces ele Yino, otras del extranjero

whir:;:y

cuyo consumo constituye un timbre de distinción

y

de riqueza entre nuestras gentes. desempeñaba a maravilla

su cometido ele alegrar la conYersación y tornar expansi–

vos a los Yisitantes.

La Antúnez y su hermana, reían ya contentas. No ce-

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