PLATA. Y BRUXC:EJ
aban ni un momentp de hablar
y
celebraban con ruid osas
carcajadas cualquier palabra de Raúl.
El hacendado. seri o todavía, ironizaba con lo · labi os
convul sos sobre los eternos temas v ul g ares
y
trág icos:
ti
amor y las muj•eres.
-Poderoso e el .-\mor, cuando el atacado no sabe de–
fen der e. e in ,·encibles la mujeres si el hombre n o sabe
domar! as. El un o es una ridícula molestia, un catarro
esp iritual que produce inquietud en el alma como el o tro
en la garganta, y. en oca iones, enfermedades profundas
que pueden desq uici a r e l equilibrio v ita l s iempre que no
se les cure con unas buenas ti sanas ele juicio
y -
ele buen
sent:do. Las muj eres . un a bestezuelas bravías que, como
les gatos, quiet·en más a l ·uel o, a la casa donde vi ven. que
a l amo que se deja lamer la mano con la leng ua rugo a que
a fuerza de roza r. la · tima
y
se regala en la sangre .
fa tilde .\ ntúnez er a una chola menos s impá tica tal ·
,-ez que R ita. E n todo caso de un género distinto el :: be–
lleza. Rita eí·a g ruesa. incitante; Matilcle delgada . pálida,
sugería mi stici smos
y
maceraciones. La nariz afilada, ele
a letas t ras lúcidas cle,;ataba presentimientos ele fiebre s ani–
quiladoras en el amor de esa chola. fuera ele lugar en e!
pueblo.
Remini scencias lujuri osas de vicios exóticos. de muje–
re ar<l:entes
y
sensuales . Yenían a la mente al contemplar
esa figura lánguida. consumida ele molicie
y
de pasión,
de Sulamita criolla. Los ojos encerrados en un hoyo
li–
Yido tenían. en la profundidad de las ojeras .
tm
brill o si–
niestro de gemas entre negros
y
morados - terciopel os .
Instinti,·amente. después de mirar los ojos de la Matilde
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