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ASl'ROLATRIA
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de Akad, y en
el
de Sumer los
Anunaki
(20) o dioses c.tomcos y acuá–
ticos, abundando estos últimos especialmente en las ciudades que fueron
una vez costaneras, como Eridu y Ur. (21).
Si no fuese suficiente la inspección topográfica, cabría ethar mano
a las evidencias de la c110nología. Es muy simple: nos encontramos ante
el
desarrollo progresivo, en sentido unitario, de un olimpo de divini–
dades naturalistas exageradamente fraccionado y regional, y esta
trans~
formación nos present'a netamente la antítesis entre una especie de mo–
noteísmo astrológico y solar, y una polidemonología mágica. Pregun–
to yo, ahora, si alguien está dispuesto a aceptar que fuesen anteriores,
en el mismo
territor~o,
las formas monoteísticas y astrológicas, a las
creencias y prácticas de
la
superstición diabólica,
y
que aquella relativa
unidad religiosa fuese seguida, a través del tiempo, por el .desmembra–
miento regionalista y el polidemonismo chamánico. Esto valdría como
sostener que, en un mismo pueblo y en un mismo lugar, en un movi–
miento -
arroge
-
ascendente de
la
historia, el caos es el epifenómeno
del orden.
El argumento, como se ve, es uno de los más sugestivos tanto de
la historia como de la hierografía. Acaso me he dejado llevar por el apa–
sionamiento de sus at ractivos. Todo lector tiene el derecho de llamar–
me a rendir cuentas del tiempo que yo he empleado en
estud~ar
la
cues,
tión, y
él
en leerme. Porque, en rigor, toda esta demostración
no hacía
falta.
n
f•q
''r.'.f~i ;~
El mismo Pro . R icd, estua ioso profundo de las religiones,
con~:·
ce perfectamente todas estas cosas. En la pág. 65 consigna que la divi–
nidad local de varios centros "se eleva en dignidad conjuntamente con
el desarrollo de esa civilización,
bajo el influjo semita,
(22) y asume
(20)
Anunaki,
dioses de la tierra. cfr. el
Poema de la creación,
tab. I .
l.
I 3 6.
lgigi,
dioses celestes, tab.
Ill,
l.
I 26.
DHORME,
P. Paul. -
Choix de textes religieux Assyro-babyloniens.
París,
1907.
(21')
Acerca de los úlcimos estudios sobre la progresiva ex tensión de los alu–
viones al S.E. de Caldea, ver :
DE MORGAN,
J . -
Le monde oriental avant l'histoire. l, L'Asie Antérieure,
en
L'Anthropologie, XXXIV
(1924),
pp.
17-56.
(22)
RICCI
cita oportunamente (pág.
65)
la conversión en divinidad solar
del dios N ingirsu de Shirgulla, que es el segundo nombre de la ciudad súmera de Larsa,
citada por el mismo autor
~n
la pág.
64.
Viceversa, Marduk, héroe nacional de Babilonia, no es súmero,
y
las ciudades
de Kish, Cuthab
y
Sippara están situadas en Akad, esto es, en la zona notoriamente
semita. Siendo tales pof su origen, no comprendo cómo pudieron sufrir el " influjo
semita" que invoca
el
Autor. Más conveníale. elegir los ejemplos en las ciudades del sur,
que efectivamente fueron súmeras antes de ser conquistadas.