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AMÉRICA Y BABILONIA
No hay necesidad de c.itar más autoridades. De todos modos, na–
die ha sostenido hasta hoy que Shamash fuera súmero, y si lo escribe
Lenormant, el hecho consiste tan solamente en una inversión de no–
menclatura ( 18). Sigue a Lenormant, en este empleo, de los gentili–
cios, la escuela inglesa y el escritor español Guichot y Sierra ( 19) . Pero,
que el culto de Shamash, o del sol, pertenezca
ab antiquo
a los Súme–
ros, en el sentido substancial de
la
palabra, que es de primitivos Caldeos,
no semitas, (en cuya definición estamos de acuerdo todos, inclusive los
que admiten
la
terminología de Lenormant), esto no lo ha supuesto
nadie.
En realidad, basta tomar un mapa de Babilonia, y escribir en co–
rrespondencia de cada uno de los centros habitados . en
la
antigüedad,
el nombre de la divinidad local. Ea (Oannes, Elki) en Eridu, Anu en
Uruk y Umma, Ninib y Niria en Lagash, Enlíl en Nippur, Nannar en
Ur, todas ciudades de Sumer. Remontando al Norte, se encuentra Nebo
en Borsipa, Bel en Babel, que cederá el paso a Marduk. Nin, o Nindar
es de Kish, Nirgal de Cutha, sobre el río Tigris, y Shamash procede de
la cíuda<!l doble, Sippar-Agadi, puesta al límite más septentrional del
territorio de .Akad.
s
una manera fácil de asignar .lo propio a cada
uno de los dos etnos de Caldea, siempre que se remonte hasta los dioses–
ciudades originarios,
y
no por ejemplo, se consiclere Umma
y
Lagash
después que el r
y
akadiano de Kish les impuso los símbolos del Norte.
Mury e · nt'emente, al cotejar los resultados de l<i localización de
cultos, se
ue los
lgigi,
o dioses celestes, se agrupan en el territorio
( 18) Todos los etnógrafos están de acuerdo en que los antiguos habitantes de la
Babilonia pertenecían
a
dos poblaciones distintas, más o menos definidas geográfica–
mente, una hacia el golfo Pérsico, otra en la zona superior inmediata. La población
del N.O. era semítica, la del S.E. extraña al grupo semita.
Sobre la base de un texto en que Sargon se titula "soberano de Sumer y Akad",
se
ha convenido después de Oppert dar a las dos zonas estos dos nombres.
La generalidad llama Súmeros a los no-semitas, y Akadianos a los Semitas.
LENORMANT, con algunos escritores ingleses, en cambio, llama Akadianos a
nuestros ''Súmeros".
Quien no está al tanto de su nomenclatura, al leer algunas frases del célebre
orientalista, se expone a desentender
el
contenido ' efectivo. Cuando lee, p. ej., "el
polidemonismo de Akad", debe tener presente que ocurre una inversión de nombres,
pues se trata de nuestros turanios. Hecha esta advertencia, no· es necesario discutir
sobre la menor o mayor propiedad de la terminología, puesto que los nombres, en
este caso no modifican la substancia, esto es, la relación recíproca entre semitas y tu –
ranios, como muy bien lo ha visto, al acallar las disputas, el célebre TIELE.
(19)
GUICHOT
Y
SIERRA, Alejandro. -
El gran mito ctónico-solar.
M·a-
drid,
1903 .