FIG.
16
Emblemas de Si'!, Sbamasb
é
Isbuc, según
la
tablilla de Nabu-apal-iddin.
APÉNDICE
2.
EL "PROBLEMA SUMEROLOGICO" PUESTO AL DIA
Como no basta ·destruir lo que se encuentra en el camino, sin hacer,
después, obra positiva de reconstrucción, voy a delinear aquí, en este
capítulo, un breve resumen de lo que la ciencia ha conseguido aclarar,
en los últimos tiempos, acercia de las primeras pablacíones de Mesopo–
tamia.
Más que ninguna diselltación q:ítica y negativa, estia breve
mise a;i
p©Ínt
demostrará que
oner hoy en
el
tapete la -cuestión súmera, en
la
forma que hemos :visto, es un propósit?o que resulta anticuado en el mé–
todo y anacrónico en las finalidades. En efecto, quien sale en búsqueda
de soluciones para tal problema, partiendo de la base formulada por el
viejo libro de Hommel, de
1885,
renuncia a utilklar todos los progre–
sps realizados en Asiriología desde esa fecha hasta hoy. Se trata de un
período de cuarentá años, en que ninguna otra rama del saber ha pro–
gresado tanto como la Asiriología, por obra de cuatro naciones, que ci–
fraron sú orgullo en gastar más dinero y en escudriñar más hondamente
el suelo de Su,mer y Akad. Ninguna expedición volvió con las manos
vacías, después de remover los
tell,
o colinas de arcilla, que encierran las
ciudades de ese mundo perdido, ya que apenas lo más grueso -
puede
decirse -
había sido llevado por los exploradores clásicos, de la época
heróica, los Botta
(1842),
Layard
(1845),
Fresnel y Oppert
(1851),
Rassam
(1852),
Loftus y Tylor
(1854),
Rawlinson
(1854),
el in–
fortunado Smith (
1876),
Rassam (
1878-82)
y la primera misión de
De Sarzec (
1880-8
l).
·
Después de
1883
una segunda época se abre para las investigacio–
nes de Mesopotamia. El Museo Real de Berlín envía en
1886
una mi–
sión dirigida por Moritz, Koldewey y Meyer, la que tuvo el mérito de
poner en luz la personalidad de Federico Delitzsch, quien fué el pri-