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AMÉRICA Y BABILONIA

bía salido de Norteamérica dispuesto a no dejar el trabajo a medias.

Después de identificar el estrato arqueológico del templo-ciudad que

contenía reliquias de Naram-Sin, Haynes atravesó las capas del rey prece–

dente, Sargón, ( 4) y toda la época presargónide, basta los primeros tiem–

pos de la civilización súmera. Después de excavar hasta varios metros· de

profundidad, se declaró satisfecho tan solo cuando apareció el suelo

Tirgen.

Y henos aquí en este terreno de severo método arqueológico, ante

la pregunta básica: como se entiende y si puede implantarse científica–

men te, el "problema sumerológico". ¿Es riguroso proponerse un pro–

blema de los orígenes súmeros? ¿La búsqueda de una migración inicial

a la Caldea tiene el mismo valor positivo que la del origen de Egipto,

Fenicia, u otra cualquiera de las regiones clásicas, cuyo-principio se pre–

tende en igual forma explicar mediante migraciones?

Diré inmediatamente que entre Egipto y Caldea hay, a este res–

pecto, una diferencia profunda. En el valle del Nilo las investigaciones

han encontrado un piso primitivo de industria paleolítica, (5) sobre el

cual descansan todos los eslabo es de cultura material subsiguientes, des–

de la típica industria de la pied

pulida, basta la del cobr,e, seguida por

la

era clásica del br nce. En cambio, en los territorios que lindan con

el golfo Pérsica y en 1;oda la Siria y Mesopotamia, no ha sido posible

.reconstruh una escala an gradual

y

completa. Las capas humanas

más antiguas a CQntie:nen el metal (6) .

He aq

na diferencia verdadeliamente substancial. Los historia-

dores de Egipto, que antes dísputaban tan clamorosamente para soste–

ner una u otra inmigración de hombres en el valle del Nilo, hoy día

hablan de esas hipótesis con mayor prudencia, pues la arqueología ha

sacado del suelo egipcio documentos de una industria arcaica que Mas–

pero y Mariette no habían sospechado. Véase el instrumento, verdade–

ramente impresionante, publicado en

1896

por De Morgan, y repro–

ducido en la pág. 47 de su resumen de vulgarización; (7) es un ejem-

(4) HILPRECHT, H. V. -

The excavations,

etc., ya citado, ver pág. 307.

( 5) "Egypt, ir is imporrant to notíce, has yieldcd implements of wellmar-

ked Paleolithíc type, a solid basés for its history of culture".

TYLOR, E.

B. -

Stone Age basis

for

orienta( Study.

Inaugural adress of tbe

Presidcnt of tbe Scction of Antbrop. and Mytbology, Nintb Intern. Congress of

Orientalists. London, Sept. 1892. En "Smitsonian

R."

for 1893, pp. 701-8.

(6) MORET, A. et DAVY, G. -

Des clans aux empires..

L'organisation so–

ciale cbez les primitífs et dans l'Orient anden. París, 1923. (Ver pág. 140).

( 7) MORGAN, Jacques de. -

Recherches

sur

les origines de l'Egypte,

l' age

de

la

pierre et les metaux. París, 1896-97, 2 vol.

MORGAN, Jacques de. -

L'humanité prehistorique. Esquisse de

préhistoire

générale.

París, 19 21.