126
AMÉRICA Y BABILONIA
de anímales salvajes que el hombre cazaba. para alimentarse. Esta pri–
mera capa .debió colmarse antes del VIII milenario
a~
d.
J.
C.
Una capa superior a
la
primera, y cuyo principio se coloca en el
VIII milenario, muestra
la
evolución
in sita
de los mismos clanes an–
tiguos; durante los tres milenarios subsiguientes ellos domestican suce–
sivamente el
Bos Nomadicus,
el
Sus Palustris
y la
Ovis Vignei,
a los
que siguen el perro, camello, oveja sin cuernos y los équidos . Para
la
historia general del hombre, la expedición Pumpelly quedará memorable
por haber probado de un modo riguroso que
la
agricultura (trigo y
cebada) fué practicada primeramente sin conocer en absoluto el cuidado
de anímales, pues existió en unión con la caza, y tan solo de'5pués los
animales salvajes que eran objeto de caza fueron convertidos en domés–
ticos . Como se nota, esta progresión de estados económicos en las so–
ciedades iniciales, corrige el esquema escolástico.
En el túmulo de Anau, o del Norte, la expedición pudo seguir el
desarrollo progresivo desde la industria lítica más rudimentaria, basta
la
cerámica, pero sin salir de los vasos hechos a mano. Un segundo túmulo,
puesto más al Sur, sigue cronológ1camente al PcCÍmero;
la
figulina aquí
es más perfecta,; stá becba con el torno,
}'í
sus ejemplai;es ofrecen formas
artísticamente
~otiables.
'Aparece contemporáneamente el arte de tr;tba–
jar el co!Dre. Y bien, todos los utensílfos del Turkestállt objetos de co–
bre, bacnas de 'iedra, y principalmente la alfarería, son de aspecto
semejante a los de la época presusíana, de las colinas, y al estilo súmero,
de la lla ura,..-taldea.
Se comprende ahora porqué
la
pintura Gerámíca de los Súmeros de
Caldea no representa nunca los anímales que vivían en el lugar, entre
la
espesa vegetación de las riberas del golfo, como el rinoceronte, el hi–
popótamo, y probablemente el elefante.
Ya muy agudamente ha,bía observado De Morgan ( 18) que los
Súmeros prefirieron pintar anímales que allí no existían, como la cabra
de largos cuernos, propia de los distritos montañosos del Asía. También
Ward bahía puesto en evidencia, en su precioso inventarío de los cilin–
dros-sellos de Babilonia ( 19), que los cilindros más antiguos no llevan
grabada la figura de anímales vivientes en la . llanura del Eufrates, y en
cambio la de cabras de cuernos largos y encorvados, parecidas al "bou–
quetin" (Stambecco) de los Alpes; antílopes y ciervos de largos cuer–
nos, todos propios de las montañas del Asia interior. Característico sobre
todo es, que en las abundantes representaciones de Ea-baní, personaje
(18) MORGAN,
J.
de. -
L' humanité préhist.,
pág. 220.
(19) WARD, W. H. -
The seal Cylinders of Western Asia,
Washington,
1910. Ver pág. 27
y
siguientes
[fide
H~ndcock).