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AMÉRICA Y BABILONIA

de anímales salvajes que el hombre cazaba. para alimentarse. Esta pri–

mera capa .debió colmarse antes del VIII milenario

a~

d.

J.

C.

Una capa superior a

la

primera, y cuyo principio se coloca en el

VIII milenario, muestra

la

evolución

in sita

de los mismos clanes an–

tiguos; durante los tres milenarios subsiguientes ellos domestican suce–

sivamente el

Bos Nomadicus,

el

Sus Palustris

y la

Ovis Vignei,

a los

que siguen el perro, camello, oveja sin cuernos y los équidos . Para

la

historia general del hombre, la expedición Pumpelly quedará memorable

por haber probado de un modo riguroso que

la

agricultura (trigo y

cebada) fué practicada primeramente sin conocer en absoluto el cuidado

de anímales, pues existió en unión con la caza, y tan solo de'5pués los

animales salvajes que eran objeto de caza fueron convertidos en domés–

ticos . Como se nota, esta progresión de estados económicos en las so–

ciedades iniciales, corrige el esquema escolástico.

En el túmulo de Anau, o del Norte, la expedición pudo seguir el

desarrollo progresivo desde la industria lítica más rudimentaria, basta

la

cerámica, pero sin salir de los vasos hechos a mano. Un segundo túmulo,

puesto más al Sur, sigue cronológ1camente al PcCÍmero;

la

figulina aquí

es más perfecta,; stá becba con el torno,

}'í

sus ejemplai;es ofrecen formas

artísticamente

~otiables.

'Aparece contemporáneamente el arte de tr;tba–

jar el co!Dre. Y bien, todos los utensílfos del Turkestállt objetos de co–

bre, bacnas de 'iedra, y principalmente la alfarería, son de aspecto

semejante a los de la época presusíana, de las colinas, y al estilo súmero,

de la lla ura,..-taldea.

Se comprende ahora porqué

la

pintura Gerámíca de los Súmeros de

Caldea no representa nunca los anímales que vivían en el lugar, entre

la

espesa vegetación de las riberas del golfo, como el rinoceronte, el hi–

popótamo, y probablemente el elefante.

Ya muy agudamente ha,bía observado De Morgan ( 18) que los

Súmeros prefirieron pintar anímales que allí no existían, como la cabra

de largos cuernos, propia de los distritos montañosos del Asía. También

Ward bahía puesto en evidencia, en su precioso inventarío de los cilin–

dros-sellos de Babilonia ( 19), que los cilindros más antiguos no llevan

grabada la figura de anímales vivientes en la . llanura del Eufrates, y en

cambio la de cabras de cuernos largos y encorvados, parecidas al "bou–

quetin" (Stambecco) de los Alpes; antílopes y ciervos de largos cuer–

nos, todos propios de las montañas del Asia interior. Característico sobre

todo es, que en las abundantes representaciones de Ea-baní, personaje

(18) MORGAN,

J.

de. -

L' humanité préhist.,

pág. 220.

(19) WARD, W. H. -

The seal Cylinders of Western Asia,

Washington,

1910. Ver pág. 27

y

siguientes

[fide

H~ndcock).