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AMÉRICA Y BABILONIA
conocían una escritura pictográfica (la que fué transformándose en cu–
neiforme por causa del empleo de astillas y páginas de arcilla), mostran–
do también una práctica notable en la industria cerámica, cuyos ornatos,
en pintora de dos colores, comprueban una estilización ya muy avan–
zada, y un largo tirocinio ( 13) .
Siguiendo el camino delineado por las formas de la cerámica sú–
mera, como la encontramos en la baja Caldea, y de los utensilios de
piedra y cobre, De Morgán ( 14) , logró identificar el hilo conductor
de la más inmediata traslación de dicha cultura. Las colinas puestas a
oriente de la Caldea, en el lugar donde después de varias decenas de
siglos se levantó Susa, la capital del Elam, encierran, en las capas ar–
queológicas inferiores, idéntica cerámica, precedida por una escuela figu–
lina y pictórica algo diferente, y propia de la comarca, y seguida por una
interrupción de la alfarería.
Llámase esta página de la prehistoria susiana, período proto-elami–
ta, para distinguirla netamente de la cultura de los Elamitas, quienes
llegaron posteriormente al
territorio. El período proto-elamita está
integrado, a raíz de tales pruebas, por los vestigios del "paso" o "esta–
ción" que allí hicieron los clanes que después bajaron a las tierras fértiles
del aluvión mesopotámíl!o, a
la
región que decimos Súmer ( 15) .
Estación brev;e_, sin embargo, de tránsito, y nada más. En efecto,
el llamado período proto-elamita termina con una extinción más o
menos brusca. Remontando, por el otlio lado, a su primera a,parición,
nos encontramos tanto en la Susiana como en el valle de los dos ríos,
con el improviso establecimiento de una cultura integralmente formada
y madura: metales (cobre, oro) , tejidos, cerámica finamente ejecutada
al torno y pintada con adornos zoomorfos
y
vegetales de una estiliza–
ción ya compleja. Como se ve, la transición cultural de las colinas del
Este, más o menos duradera en medidas de tiempo, pero seguramente
brevísima en historia ergológica, nada resuelve, o casi nada, acerca de
las sedes que fueron originarias de esos clanes, y donde ellos conquista–
ron, a t ravés de largas
y
penosas épocas de trabajo, los secretos de la
dignificación humana: la percusión
y
retoque del sílex, el fuego, el
pulimento de las rocas, la domesticación de los animales, la cultivación
de las plantas salvajes
y
el arte del alfarero,
(13 )
CONTENAU, D r.
G .
-
La cívilisation assgto-babglonienne,
ya
citado,
p ág.
95.
M ORGAN,
J .
de. -
L' humanité préhist.,
p ág.
219.
(1 4)
MORGAN,
J.
de. -
M ission scicntifique en Perse.
MoRGAN,
J .
de. -
L'humanité préhist.,
pág.
219- 220.
( 15)
CONTENAU, Dr.
G. -
La civilisation assyro-bab.,
pág.
95.