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EL PAIS DE LA SELVA
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ceso de psicología no debí realizar, por ejemplo, para
obtener el nombre de Dios
! ...
Ellos me habían di cho ,
que el cielo se llama
piguim;
y
la sombra del ci elo,
ó la noche,
pé;
y
el sol, -
que
á
la sazón resplandecía
como una antorcha en el cenit, -
daasá
;
y
el sol
pálido de la noche, la luna,
chiaigó;
y
las lunas chi cas
ó sea las estrellas,
ilebetec
;
y
la tierra donde
'ivi-
' mos
y
n1orimos,
alahuá~..
Valido de estas palaLras
que ellos mismos fueron pronunciando, les expresé el
concepto de lo infinito, juntando á ellas mis1nas aJe–
manes desmesurados, como si quisiese abarcar el uni–
verso, hasta sugerirles la idea del Creador, del que
ha
hecho lodo, <l0l que está invisible más allá de los as'. ros
y
los indios, m· a élo e cielo azul, respondieron :
-
Gotau! .. .
-
Gotau
! .. .
P ero cuál n0 debió ser mi decepción cuando le se ntí
agregar á uno de ellos: -
(<
El Padre, el Hij o, el
Santo
» -
en estropeado castellano que denunci 0
ln1
de sobra el paso de una misión católica por enti
í_:
la
breñ~
de aquellos montes
y
de aquellas almas.
Al averiguar el nombre de su nación contestaron:
amocoites,
sin duda corrupción de
mocouita,
ó
mocovi,
cosa muy explicable dadas las vicisitúdes
é
influencia s
extrañas que esta raza ha sufrido. Agregaban ser bue–
nos con el cristiano,
á
diferencia de los tobas bravíos ,
q-qe llevan lanzas envenenadas ...