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EL PAIS DE LA SELVA
1.23
Se iba, desde su chocil de las riberas del Dulce,
hasta los campamentos de Añatuya,
y
acaso no volvería
jamás. La Rencilla historia de amor que él realizaba,
era como una síntesis de todos los amores del bosque.
Cierto que la violencia del instinto, -
exasperada por
la diaria procreación de los ganados, los reducía muchas
veces
á
nn simple episodio de los caminos, donde el
' casual eneuentro y la pealada oportuna constituían toda
la peripecia dramática. Pero si la propensión de los
corazones hubiera sufrido con esperanzas rotas y melan–
cólicas añoranzas, brotaba, profunda como un lamento,
sencilla como una lágrima, la triste nota del yaraví ...
Al alejarse, conte1nplaban los dos la noche común
donde flotaban para todo un pueblo inefab les suges–
tiones de misterio
y
poesía. Del nubífero meridión
snrgían densos vapores que algodonaban s u inontaña
sobre los negros bosques del sur. Los esplendores del
plenilunio forjaban inverosímiles perspectivas en el
á1i1bito, y desniveles irreales en la lejanía de los montes.
Co1no flotantes jirones de sedas viejas se arrugaban
·~elajes
orla de ópalo en las in1nediaciones de la luna
.
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aparentaba entre ellos bogares de góndola. Pero,
~
trechos, en desgarramiento brusco de grandes nubes,