![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0137.jpg)
•
EL PAIS DE LA SELVA
119
ni los frutos de la.selva, que antes chupaba con fruición.
Tenía solamente dos a1nigos; un casal de jilgueros ani–
dado en el árbol del patio ... Pero una tarde, al fin, ca–
balgando los ausentes en el camino de la estación, se
encontraron por casualidad : ella venía de emplear en
el boliche, con su hermanito en ancas. La invitó á que
se apeara, pero ella se negó. A no ser el importuno
tesligo, accediera quizá, pues la fronda tentaba con
su dosel umbrío, y ofrecía la alfombra del trebolar un
tálamo ...
-
Si no fuese viejo, y tu padre, ya me 121s pa–
garía!. ..
Ella bajó la
ista con pena, él díjole además que había
~
.......,., ....
~
á otra parte, desde que ya no po–
su rte lo ayudaría. Y convinieron
una visita á
ara aquella noche, según la anti–
gua costumbre, que
ya
inspiraba á un haravec de los
Incas el tetrasílabo galante :
Caylla llapi
Puñunqui
Chaupituta
Samusac.
((Al cántico -
dormirás-án1ediahoche-vendré ...
»
Y vino ... Por el camino del naciente, un quebrancho
}Jlanco señalaba á los conoce.dores del lugar la proxi–
midad de la choza. Allí se detuvo ; des1nontó, y con el
. caballo de las riendas, internóse en los matorrales para