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EL PAIS DE LA SELVA

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ni los frutos de la.selva, que antes chupaba con fruición.

Tenía solamente dos a1nigos; un casal de jilgueros ani–

dado en el árbol del patio ... Pero una tarde, al fin, ca–

balgando los ausentes en el camino de la estación, se

encontraron por casualidad : ella venía de emplear en

el boliche, con su hermanito en ancas. La invitó á que

se apeara, pero ella se negó. A no ser el importuno

tesligo, accediera quizá, pues la fronda tentaba con

su dosel umbrío, y ofrecía la alfombra del trebolar un

tálamo ...

-

Si no fuese viejo, y tu padre, ya me 121s pa–

garía!. ..

Ella bajó la

ista con pena, él díjole además que había

~

.......,., ....

~

á otra parte, desde que ya no po–

su rte lo ayudaría. Y convinieron

una visita á

ara aquella noche, según la anti–

gua costumbre, que

ya

inspiraba á un haravec de los

Incas el tetrasílabo galante :

Caylla llapi

Puñunqui

Chaupituta

Samusac.

((Al cántico -

dormirás-án1ediahoche-vendré ...

»

Y vino ... Por el camino del naciente, un quebrancho

}Jlanco señalaba á los conoce.dores del lugar la proxi–

midad de la choza. Allí se detuvo ; des1nontó, y con el

. caballo de las riendas, internóse en los matorrales para