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Dlos ; porque en María se unen Ja amabilidad
y
digni–
dad, Ja virginidad y la maternidad. Que una virgen
sea casta y prn·a y_ que una -madre tenga poder é in–
flujo, es natural ; mas que una mujer aun en ·su mater–
nidad resplandezca con incorrupción virginal es un
misterio iucomprensible, como es virtud tínica el que
una virgen esté adornada con Ja sabiduría
y
dignidad
ele una madre.
El primero de los títulos que, especificamlo, alaban
á la Madre de Dios - Sancta Dei Genitrix - , es
Mater Christi, y signifioa que María es la madre del
Ungido con Ja divinidad para ser enviado
á
salvar el
género humano, la madre del Dios-hombre, del Mesías,
del Enviado de Dios
á
qnien han esperado
y
deseado
las gentes.
En efecto, Ja benignidad
y
el amor de Dios, su
gracia, apareció Visiblemente en Cristo, para que el
pecador se convierta
y
viva. Cristo es Ja divina gracia,
de modo que María es Mater divinro gratiro por ser
La madre de Cristo. María nos ha dado, pues, al Autor
de Ja ·gracia.
Y ¿el Autor de la gracia no habrá enriquecido con
su gracia primeramente
y
ante todo á Ja que había
escogido por madre? En efecto, María es llena ele gra–
cia, completamente pura, sin Ja mancha del pecado
original; Lo cual expresa el título Mater 1mrissima.
Siendo María madre purísima, inmaculada, sé sigue
que Ja santa pureza Je ha sido propia de un modo
extraordinario. Y así celebramos en · tres invocaciones
á ' la azucena entre espinas": Mater castissima, alaba